Los hechos que vemos estos días, con salvajes atentados terroristas y una respuesta en forma de bombardeos indiscriminados, son el último estallido de violencia en una región que hace décadas que vive guerras, ocupaciones, rebeliones y asesinatos. Un conflicto, el de Israel y Palestina, que hemos visto en el cine en innumerables ocasiones. Os destacamos 10 largometrajes que, desde la ficción, se han acercado al día a día de unos y de otros, a sus contradicciones, a sus formas de vivir en estado de alerta permanente, a sus maneras de confrontar la tragedia y el caos.

1. Paradise now

La voz de Hany Abu-Assad, cineasta palestino afincado en los Países Bajos, es una de las más potentes de las cinematografías árabes. En algunos casos, como Omar (2013), el conflicto entre Israel y Palestina era el telón de fondo para una historia de amor homosexual, que, por primera vez, consiguió ser nominada al Oscar bajo bandera de su país, a diferencia de Paradise Now (2005), también candidata a la estatuilla pero entonces representando lo que llamaron como Territorios Palestinos. En este caso, Abu-Assad se atrevía a explicarnos la odisea de dos amigos de toda la vida, reclutados por el yihadismo para inmolarse en Tel Aviv. El cineasta plantea momentos del día a día de los dos hombres, mostrando una cotidianidad que choca frontalmente con la misión suicida que se les ha encargado. Y el punto de vista quiere ser plural, poniendo encima de la mesa, y desenmascarando, un fanatismo violento y brutal que no tiene ningún sentido, pero también tratando de contextualizar una realidad mucho más complejo del qué algunos pretenden explicar.

2. Munich

Película redonda, excepcional, que confronta el judaísmo de Steven Spielberg (¿hay que recordar La lista de Schindler?) con las respuestas del estado de Israel ante los ataques a su gente. Protagonizado por Eric Bana y Daniel Craig, el filme se pone manos a la obra con la Operación Cólera de Dios, o la venganza ordenada por Golda Meir y los servicios secretos después del asesinato de once atletas israelíes a manos del comando terrorista palestino Septiembre Negro en un ataque en la villa olímpica de los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972. La respuesta fue una minuciosa operación por parte de un grupo de agentes del Mosad, encargados de eliminar a todos los responsables políticos de aquel atentado. Spielberg construye su relato desde la honestidad y la crudeza, poniendo el foco en el descenso a los infiernos de unos hombres que, con cada objetivo cumplido, ven como sus valores, sus certezas, se desmoronan un poco más; como cumplir órdenes puede ser equivalente a perder el alma. La violencia contra la violencia solo genera más violencia. Y aquel plano final, con la skyline de Nueva York y las Torres Gemelas, es especial, y dolorosamente, relevante. Obra maestra.

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3. El atentado

Un cirujano de origen palestino completamente integrado en la sociedad de Tel Aviv ve cómo la vida cambia radicalmente cuando, después de un atentado que deja 17 muertos en un restaurante, le dicen que su mujer ha sido la terrorista suicida que ha cometido esta locura. Un potente punto de partida para esta película, dirigida por el libanés Ziad Doueiri, que recibió una Mención Especial del Jurado del Festival de San Sebastián de 2012. El trauma del protagonista, completamente roto después de descubrir que su esposa tenía una doble vida marcada por el fanatismo, lo llevará a viajar a la ciudad cisjordana de Nablus para tratar de entender la radicalización de su mujer. El atentado pone el foco en los contrastes en las formas de vida y de pensamiento de unos y de otros, y en la figura de un hombre mirado con desconfianza y miedo por sus vecinos israelíes y considerado un traidor por los palestinos entre los cuales se crio. Y la película, claro está, plantea preguntas que difícilmente tienen una respuesta satisfactoria.

4. Éxodo

Una de las primeras miradas de Hollywood al conflicto, dirigida con mano de hierro por Otto Preminger en 1960, y con Paul Newman como protagonista. Una superproducción basada en el best-seller de Leon Uris, adaptada en el guion por Dalton Trumbo (que firmó con su nombre después de años a la lista negra del maccarthysmo), y que recoge la gestación y nacimiento del Estado de Israel tomando como base la odisea del barco Exodus 1947, utilizado para transportar centenares de judíos supervivientes de los campos de exterminación nazis hasta el territorio de la Palestina bajo dominación británica. Más allá de su espectacularidad y de sus valores cinematográficos, Éxodo simplifica muchos de los elementos de la novela original desde un punto de vista nada objetivo, próximo al panfleto pro-israelí, cosa obvia teniendo en cuenta la influencia judía en los grandes estudios de Hollywood. Sin embargo, el filme también ayuda a entender de dónde venimos y a dónde hemos ido a parar.

5. Intervención divina

A medio camino entre Buster Keaton y Roy Andersson, el cine del palestino Elia Suleiman acostumbra a utilizar la observación y un poderoso sentido del humor oscuro y casi surrealista para poner el foco en el absurdo de la vida cotidiana en Israel y Cisjordania. Partiendo de la relación romántica entre un hombre que vive en Nazaret y su enamorada, residente en Ramallah, Suleiman (que también es el protagonista, haciendo un personaje que es, en realidad, un evidente alter ego) reflexiona con una cierta irreverencia sobre la vida diaria bajo ocupación israelí. Con Intervención divina, Elia Suleiman (también director de Chronicle of a Disappearance o The Time That Remains) ganó el Premio del Jurado y el Fipresci en el Festival de Cannes de 2002.

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6. Los limoneros

El conflicto Israel-Palestina es el telón de fondo de una historia costumbrista que plantea la lucha legal entre una viuda palestina y su vecino, ministro de Defensa israelí. Los dos viven en la frontera entre Cisjordania e Israel, y ella (fabulosa Hiam Abbass, la recordaréis por la serie Succession) tiene un patio con árboles limoneros que, cosas de la naturaleza, cruzan la valla. Y, bajo el pretexto de suponer una amenaza para el ministro, la obligan a cortarlos. Pero la protagonista no está dispuesta a ceder. El árbol como metáfora de tantas cosas en un filme poderoso con su mensaje de impotencia delante de tantos años de violencia y desconfianza, y que, en su historia de David contra Goliath, se pone del lado palestino. Y una nueva muestra del magnífico trabajo cono narrador del israelí Eran Riklis, autor también de filmes sobre la identidad y la libertad, como Mis hijos o Zohar. Ganadora del Premio de Público en el Festival de Berlín de 2008, Los limoneros es una fábula humanista, irónica, y universal desde lo que es local.

7. Gaza Mon Amour

Este relato, firmado por los cineastas Tarzán y Arab Nasser, hermanos y gemelos, apuesta por un tono próximo a la comedia romántica minimalista, explicando una historia de amor otoñal entre un pescador en la sexagésima y una mujer (de nuevo Hiam Abbass, la protagonista de Los limoneros) que trabaja en un mercado. En realidad, y bajo el paraguas de la ligereza, Gaza Mon Amour hace un homenaje al Hiroshima Mon Amour de Alain Resnais. Y la película es especialmente valiosa por como explica la durísima realidad de una población que vive bajo la autoridad del fundamentalismo islámico y, también, con el miedo de los habituales bombardeos israelíes. Un canto a la vida desde una de las zonas más maltratadas del planeta.

8. Sinónimos

Es interesante repasar la trayectoria de Nadav Lapid, cineasta especialmente crítico con su país. De hecho, en Sinónimos, ganadora del Oso de Oro en Berlín 2019, explora reflexiones sobre identidad, herencia y masculinidades, y en un ejercicio casi terapéutico, y semiautobiográfico, muestra su propia experiencia como alguien sin sentimiento de pertenecencia a su lugar de nacimiento, Israel. Como el personaje protagonista, él también se instaló en París, decidió no volver a hablar en hebreo y borrar cualquier pista de su origen. En sus películas (Ahed's Knee, La profesora de parvulario o Policía en Israel), Lapid deja clara su relación de amor-odio, de autoexiliado pero añorado, y pone sobre la mesa un puñado de contradicciones, de preguntas que a menudo no tienen respuesta, de asuntos, en definitiva, que nos dan contexto sobre las particularidades de su país.

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9. Un fin de semana en Gaza

Desde la sátira, esta producción británica firmada por el anglo-palestino Basil Khalil hace una hipótesis bien curiosa: ¿qué pasaría si, por culpa de un virus letal (hay que aclarar que el filme, fechado en 2022, se escribió antes de la pandemia), Gaza se convirtiera en el lugar más seguro del Oriente Próximo? Convertir el trágico conflicto entre Israel y Palestina en escenario para hacer comedia es, probablemente, una posición vital para el cineasta, que ya había sido nominado al Oscar con su cortometraje Ave Marie, que confrontaba a un grupo de colonos israelíes que chocan con su coche en el muro de un convento de monjas carmelitas en Cisjordania. En Un fin de semana en Gaza, el director repasa la peripecia de un periodista inglés (Stephen Morgan) que, acompañado de su novia israelí, intenta salir del país y cruzar la frontera de Gaza. Sin despreciar el sufrimiento, el filme se inspira en comedias sobre la tragedia, como Ser o no ser o la reciente Jojo Rabbit.

10. Zona libre

Otro director israelí reconocido por todo el mundo, firme defensor de la paz entre Israel y Palestina, es Amos Gitaï. En sus películas (títulos como Kedma, Kippur o Edén) acostumbra a mezclar la narrativa con la alegoría, a exponer su experiencia de la guerra y del exilio, y a reflexionar sobre la violencia y la memoria. Con una estrella internacional como Natalie Portman encabezando el reparto, Zona libre muestra el encuentro inesperado de tres mujeres de culturas y religiones diferentes una norteamericana que vive en Jerusalén, una israelí y una palestina— que tratan de unir fuerzas ante un conflicto que afecta a las tres.