Si en la Unión Soviética hubo un momento en que comenzó el deshielo, quizá hoy se podría decir que las arenas del desierto dan signos también de moverse. La visita de Donald Trump a la zona, con Arabia Saudí como primera escala en una gira corta pero intensa, ha revelado los intensos cambios que se están produciendo en un territorio largamente disputado a lo largo de la historia.

Ryad ha sido la capital que ha movido en primer término ficha, con lo que ha mostrado una vez más su deseo de presntarse como el país líder de la zona, no solo por albergar los lugares sagrados del Islam o por sus reservas petrolíferas, sino por su iniciativa estratégica. Trump la ha colocado en el centro del mapa político de los próximos años.

La caída del precio del barril de crudo ha obligado al reino saudí a buscar alternativas que pasan por diversificar su economía

El gran giro arrancó cuando el petróleo dejó de ser sinónimo de oro negro. La caída del precio del barril de crudo ha obligado al reino saudí a buscar alternativas que pasan por diversificar su economía. Ello le ha llevado a lanzar el proyecto Visión 2030, que busca crear un tejido industrial y de servicios, junto a la promoción inmobiliaria y al turismo. El punto fuerte de ese plan es la salida a bolsa del gigante Aramco la próxima primavera.

Además, el reino saudí cuenta con la alianza de los países del Consejo de Cooperación del Golfo, como Kuwait, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Omán, algunos de los cuales ofrecen refugio a líderes de Hamas o Hezbolá.

Significativamente, estos países están iniciando una apertura hacia Israel, que incluye líneas directas de telecomunicaciones, derechos para sus líneas aéreas de sobrevolar territorios (Trump inauguró con su gira los vuelos directos Ryad - Tel Aviv), o menores restricciones comerciales, entre otras cosas.

Los estados del Golfo comparten con el Gobierno de Netanyahu su preocupación sobre Irán y el Estado Islámico

"Se está yendo mucho más lejos ahora que en el pasado", ha dicho Yuval Steinitz, ministro de Energía de Israel. Con los países del Golfo "es casi una revolución en Oriente Medio", ha afirmado.

Los estados del Golfo comparten con el gobierno de Netanyahu su preocupación sobre Irán y el Estado Islámico.

Este acercamiento ha permitido a Trump preparar una estrategia orientada a iniciar un proceso de paz, en el que el objetivo principal es alcanzar un statu quo de diálogo entre israelíes y palestinos.

"Estamos ante una rara oportunidad de lograr la paz", ha dicho el presidente estadounidense, que también cuenta con Egipto y Jordania.

El proceso de paz avanzaría a partir de una posición de enfrentamiento con Irán, lo que no implicaría una guerra con la antigua Persia, sino un ataque a los grupos terroristas que Teherán respalda en Siria, Irak, Líbano y Yemen. 

Este proceso podría incluso beneficiar a Irán después de la reciente victoria electoral del moderado Hassan Rohani frente al candidato del ayatolá Khamenei, defensor de una economía estrechamente intervenida (el 80% del PIB está directa o indirectamente controlado por el Estado y las fundaciones religiosas) y partidario de alianzas con China y Rusia. Rohani, y toda la mayoría social que le apoya, quiere poner en marcha el país, impulsar las inversiones, ahora paralizadas por una política que, por ejemplo, ofrece a los depósitos bancarios de los particulares una rentabilidad del 20%, lo que impone el inmovilismo. De esa manera, el combate no sería contra el Irán de Rohani, sino contra el ayatolá y su guardia revolucionaria.

¿Y el arma nuclear? Se verá. Antes de volar hacia Arabia Saudí, Trump ratificó la suspensión de las sanciones contra Irán, aplicando al pie de letra el acuerdo firmado bajo el mandato de Obama.

De esa manera, el combate no sería contra el Irán de Rohani, sino contra el ayatolá y su guardia revolucionaria

Aparte de los acuerdos de negocios cerrados, que ascienden a 380.000 millones de dólares, Trump ha dado en esta gira la vuelta a la operación de seducción que en enero de 2016 hizo Xi Jinping por la zona, cuando ofreció las ventajas de la Ruta de la Seda, con epicentro en Irán. 

Arabia Saudí prefiere a EEUU. De momento, ya hay un bastión importante ganado por Washington en la batalla por la hegemonía mundial. Es una pieza valiosa (hay más) en el gran tablero, donde también el petróleo juega un papel primordial. En la cumbre de la OPEP del jueves se acordó la extensión de la restricción de la producción nueve meses más, lo que, según el Citibank, podría llevar el barril a los 60 dólares. ¿Por qué se ha llegado a este acuerdo? Para favorecer la colocación de la salida a bolsa de Aramco, según filtraciones de los negociadores. Un precio alto siempre anima a comprar acciones de las compañías que lo producen. En Oriente Medio también empieza a estar todo atado y bien atado.