Puede que el impacto de las últimas medidas del BCE sea limitado, pero en cualquier caso a los bancos de los países del sur de Europa les ha venido de perillas. La prima de riesgo española rondaba  los 118 puntos frente a los 160 de hace pocos meses. De no haber habido apoyos de Draghi continuaría el sufrimiento de la banca para obtener financiación en los mercados de capitales. Antes que la economía real, es la banca la que está rentabilizando las facilidades monetarias ofrecidas por el BCE. Ahí estuvo el secreto principal de la continuidad de las subidas del Ibex y del Eurostoxx 50, aun cuando no fueran tan espectaculares como el viernes pasado.

En la sesión de ayer llamó la atención la subida de la Bolsa de Frankfurt como si los inversores alemanes aplaudieran el traspiés sufrido por Angela Merkel a causa de su política de inmigración. Estaba previsto que la canciller firmara en breve un acuerdo con Turquía sobre los refugiados, pero la negociación se ha complicado. Europa está en una situación difícil, como demuestra que París deba hacer concesiones a los sindicatos sobre su plan de reforma laboral a pesar de que el pasado fin de semana las manifestaciones de protesta hayan sido limitadas. El euro está bajando frente al dólar.

En Wall Street reinaba el impasse porque no se espera nada de la Reserva Federal hasta junio mientras el petróleo ha bajado porque ni Irán  acepta reducir la producción ni Arabia Saudí está dispuesta a perder cuota en el mercado. Nadie quiere perder, nadie tiene grandes esperanzas, así que las bolsas pueden empezar a moverse lenta y muy estrechamente.