Estos días, del infierno al paraíso se pasa en bolsa a la misma velocidad con la que un balón se topa con un travesaño o entra en la cueva del gol. El Ibex, que rondaba el lunes los 8.400 puntos, corteja ahora los 8.800 mientras el Eurostoxx 50 aún muestra más señales de jolgorio tras avanzar al cierre más de un 3%. Aunque todo suene a volatilidad.

Por la mañana, y con razón, se ha hablado del efecto dinamizador de China, cuyas exportaciones han crecido un 18,7% en marzo, mostrando que su economía se está estabilizando como ya adelantaban los buenos datos de producción manufacturera y de servicios.

Por la tarde, la elevada cifra de inventarios de petróleo americanos ha hecho retroceder al barril Brent y de Texas, pero que estos catalizadores recientes de las alzas hayan quedado momentáneamente desactivados no ha supuesto que el tiovivo se parara.

En Wall Street, el primer banco americano, JP Morgan, reveló que en el último trimestre su beneficio cayó un 7%, pero, ojo, matizó el dato indicando que potenciará la política de recompra de acciones, con lo que mantendrá su valor, si bien ello supone una menor actividad en las áreas de inversión. Como predijo el banco, las ventas al por menor se contrajeron un 0,3%  en marzo en EE.UU. mientras el S&P rebajaba la previsión de crecimiento USA en 2016 al 2,3%.

Lo mejor ha sido que la recuperación bursátil en Europa y en el Ibex haya procedido de los bancos tras la creación de un banco malo en Italia, del que se alaba su existencia y se critica su esencia y contenido. Santander, BBVA, arreaban de lo lindo, mientras Repsol y Arcelor Mittal se subían al carro de las commodities. Quizá todo esto tenga algo de giro de mercado. O quizá de que el mundo de las apariencias va avanzando a medida que, de todo, se apodera la primavera. Hoy, gana el Barça. El Madrid ya ha impuesto la ley de los fuertes. C'est la vie, Paris St. Germain.