Marc Casadó se ha ganado un sitio en el panorama futbolístico del FC Barcelona tras una temporada 2024-2025 que confirmó su potencial como centrocampista de élite. Su irrupción fue una de las mejores noticias del curso: titular durante varios meses por delante de pesos pesados del vestuario y con una actuación solvente tanto en Liga como en Champions. Firmó 23 partidos oficiales, aportando 1 gol y 3 asistencias, números modestos pero suficientes para entender su impacto real en el juego posicional del equipo. Su madurez táctica y regularidad no han pasado desapercibidas.
Su buen rendimiento ha despertado el interés de clubes importantes del continente. Este verano, Chelsea y Atlético de Madrid se posicionaron como posibles destinos, tanteando su situación contractual y la posibilidad de un traspaso. Sin embargo, Casadó ha tomado una decisión clara: no escuchará ofertas. El mediocentro, formado en La Masia, quiere seguir en el Barça y competir por un puesto en el once de Hansi Flick, que valora su perfil físico, su capacidad de presión alta y su disciplina sin balón.
Un perfil necesario para el nuevo Barça
La continuidad de Casadó no es solo una cuestión sentimental o de identidad. En lo estrictamente futbolístico, se trata de un centrocampista tácticamente educado, fiable en la salida de balón y con condiciones ideales para desempeñar funciones de pivote o interior defensivo. Flick, que busca una plantilla más equilibrada y física, ve en Casadó un recurso ideal para partidos de alto ritmo y presión sostenida.
Además, la gestión del mediocampo será uno de los puntos clave del nuevo proyecto. Con la necesidad de dosificar a Frenkie de Jong, el Barça necesita una rotación con garantías en esa zona del campo. Casadó ya ha demostrado que puede asumir minutos importantes sin desentonar y su permanencia permite al técnico construir una base más sólida sin recurrir a fichajes costosos.
Rol creciente
Casadó forma parte de una nueva generación que está redefiniendo el presente inmediato del club. Junto a Lamine Yamal, Pau Cubarsí y otros talentos de la cantera, representa un modelo basado en la formación interna y la apuesta por perfiles comprometidos con el proyecto. En un mercado de incertidumbre, mantener a los jugadores que ya rinden es una victoria estratégica.