Sensación ambivalente en el momento de ver a todo un primer ministro del Japón, Shinzo Abe, disfrazado de Mario Bros con el fin de presentar los futuros Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Más allá de juzgar si el mandatario de una de las potencias económicas del mundo tiene que hacer este papel o si debe aparecer en una performance al lado de iconos no muy olímpicos como Doraemon, Hello Kitty, Oliver y Benji –estos, todavía– y Pac-Man, hay que decir que el lampista Mario Bros si es conocido por alguna cosa es por conseguir mejorar sus poderes gracias a la ingesta de setas de colores y contenidos más bien dudosos. Un ejemplo que no parece muy acertado para promocionar los supuestos valores de juego limpio del olimpismo. Ejem.