Los mandatarios de los países más industrializados del mundo, sentados en una mesa redonda en un castillo idílico en los Alpes bávaros, dedicaron unas palabras a su homólogo ruso, Vladímir Putin, que por primera vez no se sentaba con ellos a raíz del estallido de la guerra en Ucrania. En uno de los momentos más sonados de la cumbre del Grupo de los 7 celebradas la semana pasada en Alemania, el siempre brillante Boris Johnson sugirió a los cámaras que los fotografiaban si creían que se tenían que despojar de cintura hacia arriba, al puro estilo de Putin montado sobre un caballo, para intimidar al que ahora consideran abiertamente a un enemigo. El comentario arrancó algunas carcajadas tímidas (quizás por compromiso) del resto de los asistentes. Días después, sin embargo, la lengua afilada del mandatario ruso cargó contra el humor inglés de Johnson: "No sé exactamente hasta donde se quieren desnudar, por encima o por debajo de la cintura. Pero pienso que, sea como sea, sería una estampa asquerosa", declaró a los medios, para después citar al poeta ruso Pushkin: "Uno puede ser adicto al trabajo y preocuparse sobre el cuidado de sus uñas". Concluyó su intervención recomendando que los líderes occidentales dejaran de abusar del alcohol e hicieran deporte.

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La famosa imagen de Putin sobre un caballo