Cuando un cuerpo policial pone en marcha una operación o un dispositivo, acostumbran a ponerle un nombre para diferenciarlo del resto. Escoger el nombre, aunque a veces parece una elección que persigue una estrategia concreta y esconde algún secreto de la investigación, a veces es tan sencillo como que el primer policía que llega ve un detalle y bautiza el dispositivo con el primer nombre que le pasa por la cabeza.

En la operación contra el grupo de narcotraficantes más importante de Catalunya, desmantelado por Mossos y Policía Nacional, cada cuerpo le ha puesto un nombre diferente. Un nombre, que además, no tiene nada que ver con el otro. Los Mossos: Juliet, por el nombre de una implicada. La Policía Nacional: Pandora, porque supone la apertura de actuaciones contra el narcotráfico catalán. Poco práctico, sobre todo en este caso que han tenido que trabajar las dos policías conjuntamente. 

Los más ocurrentes al poner nombres en los dispositivos, son históricamente, sin embargo, los agentes de la Guardia Civil. El caso Malaya de corrupción en Marbella, se llama así porque los imputados actuaban como una gota malaya, sin descanso adjudicando a dedo y cobrando comisiones. Hay macabros: La operación Puzzle, un caso donde la víctima apareció a trocitos. Hay muy imaginativas: Operación Pecado original, con la detención de traficantes de droga entre los cuales había uno que se llamaba Adán y otra que se llamaba Eva. O la operación Guateque, una investigación sobre adjudicaciones de licencias ilegales en locales de ocio nocturno. Hay rebuscadas: El caso Gürtel, aquí la policía utiliza el alemán para camuflar el apellido del principal imputado Francisco Correa.