Unos trabajadores de una antigua planta nuclear de Carolina del Sur se llevaron una sorpresa tanto inesperada como curiosa: el pasado 3 de julio, mientras hacían una inspección rutinaria de niveles de radiación, detectaron un nido de avispas con rastros radiactivos. El episodio tuvo lugar en las instalaciones del río Savannah, un complejo clavo durante la Guerra Fría para la producción de material para bombas nucleares. Según ha informado el Departamento de Energía de los Estados Unidos, el nido se encontraba en un palo próximo a los tanques donde se almacenan residuos líquidos nucleares. A pesar de la peculiaridad del caso, las autoridades han garantizado que no hay riesgo para la salud pública.
Según las autoridades federales, el nido presentaba un nivel de radiación diez veces superior al límite permitido por las regulaciones vigentes. Sin embargo, no se detectó ninguna avispa viva en el momento del hallazgo. Los operarios actuaron con rapidez: rociaron el nido con insecticida, lo retiraron con precaución y lo gestionaron como residuo radiactivo. El informe del Departamento de Energía especifica que, en caso de que hubiera habido avispas dentro, habrían acumulado niveles de radiación muy inferiores a los del nido. En cualquier caso, el área fue analizada y no se detectó ninguna contaminación, ni riesgo para los trabajadores ni para el medio ambiente.
El complejo nuclear del río Savannah, donde se localizó el nido, abrió las puertas durante los años cincuenta, en plena Guerra Fría, con el objetivo de producir plutonio para el arsenal atómico norteamericano. Hoy, el recinto continúa en funcionamiento, pero orientado a la producción de material nuclear para centrales eléctricas. Los expertos han querido rebajar cualquier alarma al recordar que las avispas suelen desplazarse a escasa distancia del nido —normalmente no más de unos centenares de metros—, de manera que las probabilidades que hubieran salido de las instalaciones son muy bajas.