Barcelona ha sido víctima de un gran desastre ambiental comparable a las explosiones nucleares de Fukushima o Chernobil. Cuando menos, esta es la sensación que se desprende de la última y disruptiva campaña de los comunes para concienciar sobre los altos niveles de contaminación que sufre la capital catalana. Tiene como título "No és normal" y aparecen varios ciudadanos que llevan máscaras de gas.

Lo que más sorprende de la campaña, sin embargo, no es la estética, ni siquiera el contenido, que también, sino el hecho de que son los mismos comunes los que gobiernan la ciudad, con Ada Colau en la alcaldía, y los primeros que se podrían poner manos a la obra de forma inmediata. De hecho, parece más una campaña electoral de un partido en la oposición que de un partido que está en el poder y al que le quedan más de tres años de legislatura por anticipado para aplicar políticas ambientales.