La situación del catalán se resume en una serie de paradojas que dificultan tanto la ufanía como el derrotismo, y al mismo tiempo requieren lucidez para decidir las acciones que pueden llevar la lengua a su uso normalizado en todos los ámbitos. Vamos por partes y observamos algunas de estas paradojas.

Mientras el catalán está fijado como la lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza, la normativa reguladora de la Administración de justicia impide la exigencia del conocimiento de la lengua catalana al personal judicial para ocupar una plaza en Catalunya, y consecuentemente las sentencias dictadas en catalán no llegan al 10%.

Mientras en el teatro, la radio y la prensa, el catalán es mayoritario, en la televisión, el vídeo a demanda, los videojuegos y las redes sociales la lengua ocupa una posición entre minoritaria y marginal.

Aplicaciones de redes sociales en un iPhone: Pixabay

En las redes sociales el catalán ocupa una posición minoritaria / Foto: Pixabay

Mientras en varias comarcas el catalán es la lengua habitual en todos los sectores, hay municipios donde el catalán tiene un uso completamente sectorial.

Mientras aumenta el número de familias que hablan en catalán a los hijos (a pesar de no ser la lengua inicial de los padres), su uso porcentual es decreciente a causa de la llegada de población no catalanohablante.

Y mientras la diversidad de lenguas iniciales de los catalanes reduce drásticamente el número de hablantes que interactúan siempre en una única lengua (sea el catalán o el castellano), la voluntad de aprender el catalán y el deseo de que en el futuro se pueda hablar por todas partes en catalán están muy extendidos incluso entre los que no identifican el catalán como lengua propia.

El escenario, por lo tanto, es complejo, y requiere urgentemente la toma de decisiones y la aplicación de medidas que tengan en cuenta las necesidades tanto de los hablantes actuales del catalán como de aquellos que la lengua necesita incorporar para asegurar su pleno uso en todos los ámbitos.

En este sentido, tenemos que confiar en el Pacte Nacional per la Llengua y todo el proceso participativo que supone. Las necesidades del catalán son mucho diversas y sus casuísticas también, por eso escuchar todas las voces posibles puede ayudar a mejorar la situación de la lengua. Pongámonos. Este Pacte puede ser una buena oportunidad para apuntalar entre todos el catalán y superar los condicionantes y las paradojas que hoy impiden su desarrollo real como lengua común. Sobre el catalán, hablemos hoy para hablarlo mañana.