Catalunya es un país de sequías. En los últimos 40 años se han vivido 8 episodios importantes de falta de agua, que se han producido cuando las lluvias han sido inferiores a la media habitual. Esta es una de las características principales del clima mediterráneo, que alterna largos periodos de estiaje con episodios de lluvias intensas y de corta duración.

En los últimos años se está evidenciando la clara influencia del cambio climático, que está extremando las características de nuestro clima

Sin embargo, en los últimos años se está evidenciando la clara influencia del cambio climático, que está extremando las características de nuestro clima, con sequías más largas y tormentas más intensas.

Para hacer frente a la gestión del agua en situaciones de escasez, el consejo de administración de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) aprobó la semana pasada el Plan de sequía, que sustituirá la aprobación y la aplicación de los decretos de sequía, una herramienta que se activaba en situaciones de falta de agua y que comportaba medidas de gestión restrictivas y de aplicación global. Después de la aprobación por parte del Consejo del ACA, el siguiente paso será elevar el Plan al Govern de la Generalitat para su aprobación definitiva.

La Agència Catalana de l’Aigua (ACA) ha aprobado este nuevo documento, que permitirá gestionar, de manera anticipada y ajustada, los periodos de sequía a nuestro país

Losa del Caballo

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El Plan de sequía aglutina años de conocimiento adquiridos por la gestión de varios episodios de sequía y pretende gestionar los recursos hídricos de una manera más flexible, concreta y específica, en función de las diferentes fuentes de abastecimiento de agua.

Menor rigidez

En los años 2002, 2005 y el bienio 2007-08, se aprobaron los decretos de sequía para gestionar la escasez de agua. Estos decretos aplicaban, con carácter general, una serie de medidas aplicables a todo el territorio catalán y, posteriormente, en función del estado de la sequía en determinados sistemas, otras medidas más restrictivas y enfocadas a un ámbito más concreto.

El Plan de sequía aplica una serie de mejoras en las medidas contempladas en los decretos. En este sentido, el Plan rompe la rigidez de los decretos y empieza a aplicar medidas cuando todavía no ha llegado la situación de sequía. Por lo tanto, y de manera anticipada, empieza a trabajar cuando la crisis todavía no ha llegado.

Eso permite optimizar al máximo los recursos disponibles, recurrir a las fuentes de agua no convencionales (desalinización, pozos de sequía y agua regenerada) y trasladar en el tiempo la entrada en escenarios que impliquen medidas más restrictivas.

18 ámbitos

El Plan de sequía divide el territorio de las cuencas internas en 18 ámbitos o unidades de explotación, configurados en función de la fuente de abastecimiento de agua. Es evidente que no se pueden aplicar las mismas medidas si el agua que llega a los hogares proviene de los embalses o de las aguas subterráneas. Eso provoca que la gestión del recurso se haga enfocada a un determinado ámbito, aplicando las medidas más adecuadas y en función de las fuentes de abastecimiento, que pueden ser los embalses, las aguas subterráneas y el agua de lluvia.

Darnius Boadella

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Efectividad probada

Aunque el Plan de sequía no está aprobado, en algunos casos ya se han aplicado determinadas medidas para garantizar las demandas durante periodos prolongados de sequía. Durante los años 2016-2017 y principios de 2018 hubo lluvias por debajo de la media, que provocaron el lento descenso de las reservas, llegando, en torno al mes de enero de 2018, al 43% de los embalses del sistema Ter Llobregat. Este porcentaje habría sido más bajo si no se hubieran incrementado la aportación de agua de las desalinizadoras y de los pozos de sequía. Durante unos seis meses, estos recursos aportaron hasta 100 hm3 de agua, favoreciendo un descenso más lento de reservas y alejando en el tiempo la entrada en escenarios más severos.

Siurana

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Este año también, entre finales de septiembre y principios de diciembre se activaron medidas para incrementar la producción de agua desalinizada en el sistema Ter Llobregat, a raíz de disponer de menos del 60% de reservas. Con la adopción de estas soluciones (con las desalinizadoras del Llobregat y la Tordera funcionando al 70 y al 75%, respectivamente), se ha ralentizado la disminución de reservas en los embalses, alargando en el tiempo la necesidad de adoptar medidas más restrictivas en caso de que la situación no mejore.

Ahora, con las reservas al 64%, está en situación de normalidad. No obstante, habrá que hacer un seguimiento constante teniendo en cuenta que las previsiones indican unos meses próximos con menos lluvia de la prevista.

Cinco escenarios

El Plan de sequía prevé cinco escenarios en función del estado de los recursos hídricos:

1. Normalidad: Escenario donde las demandas están todas garantizadas y donde no se contemplan desajustes a corto y medio plazo.

2. Pre-alerta: En este escenario se empiezan a detectar evidencias de sequía y se activan medidas preventivas. También se intensifican las medidas de seguimiento y recopilación de información. Es la fase que prevé la activación de recursos no convencionales como la desalinización, los pozos de sequía, entre otros.

3. Alerta: En este escenario ya estaríamos dentro del periodo de sequía, hecho que comportaría el despliegue de medidas de ahorro a los diferentes usos, el incremento de la producción de los recursos no convencionales así como el aumento de las extracciones de aguas subterráneas. También en esta fase se produciría una reducción de los desembalses.

4. Excepcionalidad: Se intensificarían en este escenario las reducciones en usos no prioritarios y una mayor reducción de los desembalses. Se activaría de una manera total los recursos no convencionales. También se incrementaría la extracción de las aguas subterráneas y la prohibición de determinados usos en actividades urbanas.

5. Emergencia: Restricciones a todos los usos, incluidos los urbanos, crecientes con el empeoramiento del episodio.