Los vinos de la Denominación de Origen (DO) Terra Alta nacen fuertemente marcados por dos condicionantes geográficos que los dotan de una personalidad y un carácter inconfundible; la presencia del río Ebro y la cercanía a las tierras de Aragón. Asimismo, el peso de la historia también ha dejado una huella imborrable en la zona, cuya relación con el vino se remonta a la llegada de los templarios en el siglo XIII.

La garnacha ha encontrado en la Terra Alta su hábitat ideal

El esfuerzo, la pasión y la humildad son los elementos que más caracterizan a los productores que explotan al máximo el potencial de las 5.800 hectáreas de viña que crecen en esta DO creada en 1972. Sin embargo, la niña mimada de estas tierras es sin duda la garnacha, una variedad de uva que ha encontrado en la Terra Alta el hábitat ideal para expandir al máximo su potencial en materia de sabor, aroma, carácter y matices.

Esencia mediterránea

Los viñedos de esta DO —la más meridional de todas denominaciones catalanas— integran un paisaje mediterráneo serpenteado por pequeños ríos que se abren paso entre ariscas montañas de roca, bosques de encina y pino blanco y cultivos típicos de las orillas del “Mare Nostrum” como el almendro o el olivo.

Un paisaje serpenteado por pequeños ríos que se abren paso entre ariscas montañas, olivares y viñedos

Otra de las características que reivindica el carácter mediterráneo de esta zona productora de vinos de enorme éxito en los mercados internacionales es su clima seco y soleado, que, no obstante, da lugar a unos inviernos fríos y severos.

Las viñas de la Terra Alta crecen en un escenario de indescriptible belleza y con un incalculable valor ecológico reconocido por la UNESCO con el certificado de Reserva de la Biosfera, no en vano, esta es una zona privilegiada en la que crecen unos racimos sanos y con carácter de la mano de unos viticultores comprometidos con el medio ambiente y el territorio.

Entre los caldos producidos en la Terra Alta destacan los vinos blancos hechos con variedades como el macabeo o la mítica garnacha blanca. Ambas uvas dan lugar a vinos mediterráneos y ligeros, de paladar afinado y un gusto peculiar y seductor, no obstante, la DO también alumbra deliciosos rosados y negros, elaborados con cariñena, garnacha negra o garnacha peluda, algo más ácida y de piel más gruesa. Todo esto sin olvidar los vinos dulces y la tradicional mistela, que en los últimos tiempos están experimentando una segunda juventud.

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La Terra Alta, capital de la garnacha

A día de hoy en la Terra Alta crece ni más ni menos que el 33% de la garnacha mundial, de modo que no es extraño que sea en esta región donde se pueden encontrar la mayor variedad de vinos producidos con esta excepcional uva. 

Gracias a ello, la DO Terra Alta acogerá entre el 11 y el 15 abril el concurso internacional de las garnachas del mundo, certamen que en 2018 llegará a su sexta edición y que será un gran aparador para exhibir ante los enólogos y amantes del vino el trabajo hecho por los viticultores de la zona en el camino de la excelencia y el respeto a la tradición.

Con la colaboración de la Generalitat de Catalunya

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