Aunque es inusual, existen registros de hombres que han amamantado a bebés, principalmente en casos en que la madre no pudo hacerlo por enfermedad o muerte. Los pezones de los hombres no tienen una función evidente. Pero, bajo ciertas circunstancias, también pueden secretar leche.

La prolactina

En realidad, una de las principales razones por las que el hombre no amamanta es por la falta de cantidades suficientes de la hormona que es necesaria para la lactancia: la prolactina, que es la responsable de la producción de la leche materna. Estimula, principalmente a través de la succión, a la glándula mamaria para que produzca leche para el recién nacido.

Tanto el tejido mamario de los hombres como el de las mujeres contiene unas cavidades llamadas alvéolos, que están conectados con las células que secretan leche. Pero solo lactan cuando aumentan los niveles de la prolactina. Las mujeres tienen mucha más prolactina en el cuerpo que los hombres, casi el doble cuando no están embarazadas y hasta diez veces más durante y después del embarazo.

Sin embargo, bajo ciertas circunstancias, los niveles de prolactina en los hombres pueden incrementarse.  

El caso de algunos hombres

Cuando el hígado no funciona correctamente, pueden acumularse niveles anormalmente altos de ciertas hormonas. Esto es lo que se cree que les sucedió a multitud de prisioneros de guerra masculinos durante la Segunda Guerra Mundial. Tras sufrir meses de inanición, comenzaron a segregar leche durante su recuperación. Los expertos opinan que el estrés y la privación interfirieron con las actividades normales del hígado y de ciertas glándulas productoras de hormonas, entre ellas la prolactina, lo que provocó que muchos de estos prisioneros comenzaran a lactar. 

Por otro lado, y más recientemente, un informe en el Canadian Medical Association Journal documentó el caso de un hombre que tenía un tumor hipofisario que provocó, entre otras cosas, una sobreproducción de prolactina, lo que provocó que lactara.

También hay algunos medicamentos que ocasionalmente tienen el efecto secundario de aumentar la concentración de prolactina en el cuerpo lo suficiente como para provocar la lactancia masculina. 

Además, desequilibrios hormonales durante la pubertad o la vejez pueden causar trastornos en la producción de hormonas, haciendo también que aumente la prolactina y se genere leche.

Podría incluso haber condiciones no patológicas que pueden hacer que el hombre segregue leche, como la estimulación de las glándulas mamarias mediante masajes, succión o aspiración de los pezones que pudieran hacer que se incrementen los niveles de prolactina. 

Un hombre sostiene a su hijo recién nacido / Unsplash
Un hombre sostiene a su hijo recién nacido / Unsplash

Existen varios testimonios de lactancia masculina. Estos son algunos de ellos:

En el Talmud,  libro que contiene la tradición oral, doctrinas, ceremonias y preceptos de la religión judía, se describe a un hombre que amamantó a su bebé después de la muerte de su esposa durante el parto. 

Los autores de “Anomalías y curiosidades de la medicina” (1896) escribieron sobre algunos casos descritos por el explorador alemán Alexander von Humboldt en el siglo XIX. En su diario hablaba de un hombre sudamericano de 32 años que amamantó a su hijo durante cinco meses después de que su esposa enfermara. 

Más recientemente, en 2002, se reportó un caso de un hombre de Sri Lanka que amamantó a sus dos hijos tras morir su esposa durante el parto. Él hombre declaró: “Mi hija mayor se negaba a alimentarse con el biberón que le preparaba con la leche en polvo. Me encontraba tan atormentado una noche con su llanto que, para que se callara, me la puse al pecho. Y entonces sucedió algo sorprendente. Era capaz de alimentarla con mi pecho”.

En 2003 la autora Fiona Giles publicó su libro “Leche fresca: secretos para lactar”, en el cual dedicó un capítulo al tema de padres que amamantan, y expone la experiencia de un padre australiano que amamantó a su hija hasta que cumplió un año.