En estos tiempos de pandemia, el estrés y la depresión forma parte de la vida de muchas personas, tal y como demuestran los datos publicados hasta la fecha. Pero, ¿cuál es la mejor manera de sobreponerse? ¿Las técnicas de atención plena? ¿Una terapia cognitiva?

Según un estudio llevado a cabo por un equipo de expertos de la Universidad de Ohio, las personas que estaban tristes mejoraron más rápidamente cuando utilizaron un método del que previamente les habían informado los expertos de la investigación que era en el que habían demostrado mas aptitudes. Es decir, que el efecto placebo funciona, porque estas personas mejoraron más rápidamente que aquellas que probaron un método del cual les informaron que no se les daba especialmente bien.

Lo más sorprendente del estudio es que a los participantes se les dijo aleatoriamente que eran mejores en una u otra habilidad para mejorar el estado de ánimo sin que fuera realmente cierto. “Nuestros resultados sugieren que si los participantes eran buenos en la habilidad o no, no era relevante. Fue la creencia de que eran buenos en esa habilidad lo que la hizo efectiva”, aseguran los expertos que han publicado su estudio en el Journal of Clinical Psychology.

Una de las razones de la importancia de este hallazgo es que, durante muchos años, los psicoterapeutas se centraron en tratar de arreglar lo que estaba mal con sus pacientes. En los últimos años, se ha vuelto más común enfocarse en las fortalezas y usarlas para ayudarles a lidiar con sus problemas.

Tristeza

“La forma en que los terapeutas enmarcan el tratamiento para un paciente puede desempeñar un papel importante en lo bien que funciona. Decirles que van a trabajar en sus fortalezas y que van a desarrollar un método en el que van a ser buenos, puede mejorar aún más la eficacia de su tratamiento”, explican.

En el estudio participaron 616 personas. Los investigadores hablaron brevemente con ellos acerca de dos habilidades de terapia, la cognitiva y la de atención plena o mindfulness. Les dijeron que podrían ser útiles en su vida cotidiana.

Las habilidades de atención plena se definieron como la conciencia y la aceptación de los propios pensamientos y sentimientos sin tratar de cambiarlos. Luego, a los participantes se les dio una situación hipotética en la que podrían usar esas habilidades, sintiéndose heridos por no haber sido invitados a un evento social por un amigo, y se les indicó que practicaran ambas habilidades y completaran algunas medidas sobre cómo las usaron.

A cada participante se le dijo al azar que una de las habilidades (cognitiva o de atención plena) era su habilidad más fuerte o su habilidad más débil y que usarían esa habilidad en la siguiente parte del experimento. Después, se les provocó sensación de tristeza mediante una técnica por la cual deben imaginar una tragedia en sus vidas. Como era de esperar, la mayoría de las personas mostraron una disminución significativa en el estado de ánimo inmediatamente después de la inducción a la tristeza. Luego se pidió a los participantes que respondieran a cinco evaluaciones del estado de ánimo en los minutos posteriores a la inducción del estado de ánimo triste.

Los resultados mostraron que si se les pedía que usaran habilidades cognitivas o de atención plena no tenía un efecto significativo en la recuperación del estado de ánimo, pero el encuadre de si se les decía que era su habilidad más fuerte o más débil, sí.

Los participantes a los que se les dijo que la habilidad que usarían era la más fuerte, independientemente de si era cognitiva o de atención plena, vieron una mayor mejora en el estado de ánimo que los participantes que trabajaron con una habilidad que les dijeron que era la más débil.