Tal día como hoy de hace 20 años, el 24 de noviembre de 2003, el Zoo de Barcelona y, de hecho, el conjunto de la ciudad, estaba de luto. Había muerto un auténtico señor de Barcelona, eso sí, con la casuística diferencial de que no era un humano. Aquel día murió, por aplicación de eutanasia, Copito de Nieve, el único gorila albino del que hemos tenido constancia, un huésped privilegiado del Zoo de Barcelona, a donde llegó en 1966, cuando tenía aproximadamente unos tres años, después de ser capturado en Guinea Ecuatorial, en aquel tiempo, colonia española. Nacido hacia 1964, Copito de Nieve tendría unos 39 años cuando murió, convertido en un icono de la ciudad de Barcelona.

La historia de Copito de Nieve es suficientemente conocida: fue capturado en 1966 por el mismo cazador que abatió una pareja de gorilas y se quedó con el pequeño, de aproximadamente dos años, que estaba abrazado en el cadáver de su madre. El pequeño gorila destacaba por su albinismo, un hecho que muy probablemente habría dificultado su supervivencia tras el asesinato de su madre, pero el cazador optó por venderlo, y quien lo compró fue el primatólogo barcelonés Jordi Sabater i Pi, que en aquellos momentos precisamente estudiaba los gorilas de costa, es decir, la especie a la cual pertenecía el pequeño gorila albino. El primatólogo era el conservador del Centro de Experimentación Zoológica de Ikunde, institución que dependía del Zoo de Barcelona, por eso, el 1 de noviembre de 1966 fue traído a Barcelona y posteriormente al Parque Zoológico.

De Nfumu Ngui a Floquet de Neu

Aquel pequeño gorila albino fue bautizado con un nombre obvio, al menos para Benito Manié, el cazador que lo capturó, que lo llamó Nfumi Ngui, eso es, Gorila Blanco en idioma fang. El paso al definitivo Floquet de Neu llegó, parece ser, por voluntad del mismo Sabater i Pi, aunque también se explica que hubo una intercesión periodística. En algunos medios se le llegó a denominar Blancanieves, pero la balanza la decantó definitivamente la revista 'National Geographic', cuando el primate ocupó la portada de la edición de marzo de 1967 con el nombre de Snowflake, el equivalente al catalán Floquet de Neu y al castellano Copito de Nieve, el nombre con el que en una Barcelona castellanizada era conocido oficialmente.

En todo caso, su singularidad era su tono de piel, y eso lo convirtió en el principal reclamo de un Zoo de Barcelona que tenía en la exhibición de animales salvajes su principal motivo de existencia. Eran otros tiempos... En todo caso, el gorila se convirtió en un barcelonés más, incluso con DNI, hasta el punto que el 19 de marzo del 67, día de san Jose, fue recibido en audiencia oficial por el alcalde Josep Maria de Porcioles. De aquel encuentro siempre se ha explicado, sea verdad o no, que Copito de Nieve defecó en la silla del despacho del alcalde franquista.

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A Nfumu Ngui (Copito de Nieve) se le expidió un Documento Nacional de Identidad / Foto: Jordiferrer

Convertido en la imagen de marca del Zoo de Barcelona y por extensión, icono de la ciudad, Copito de Nieve creó una gran familia con más de una veintena de descendientes, de los cuales ninguno heredó su singularidad, la piel blanca, una tonalidad que lo singularizó, pero que, al fin y al cabo, también fue una causa determinante de su muerte. Enfermo de cáncer de piel y a pesar de la tristeza que acompañó la noticia, se decidió practicarle la eutanasia tal día como hoy de 2003.

Pendiente de homenaje

Veinte años después de su muerte, Copito de Nieve tiene un espacio de recuerdo destacado en el Zoo, dentro del Espai Goril·les dedicado a promover el conocimiento de estos primates y la necesidad de respetarlos y de proteger sus hábitats naturales, pero la ciudad no ha dado el paso de reconocerlo como barcelonés de pleno derecho con un espacio al nomenclátor o un monumento digno que lo recuerde. Todavía más, el año pasado el Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por comunes y socialistas, rechazó financiar un proyecto de homenaje presentado por una empresa de robótica, Aquí Houston, que quería hacer un tipo de 'animatrónic' de Copito de Nieve, con una explicación que generó bastante controversia, ya que se desestimó el homenaje al considerar que Copito de Nieve era un "símbolo colonialista".

En todo caso, veinte años después de su muerte quizás ha llegado el momento de rendirle homenaje, y en este sentido, la víspera del aniversario se presentó una iniciativa en este sentido por parte del grupo municipal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Barcelona. Su jefe de filas, Daniel Sirera, ha anunciado que presentará a la Ponencia de Nomenclátor una propuesta para que Barcelona tenga una calle y una estatua en recuerdo del gorila albino que "ha marcado muchas generaciones de barceloneses y que para los ciudadanos es una imagen entrañable y querida". Quizás sí que ha llegado el momento.