El inicio en el mes de junio de las obras de transformación de cuatro calles del Eixample, Consell de Cent, Girona, Rocafort y Comte Borrell, para convertirlos en ejes verdes siguiendo el espíritu del modelo Superilla Barcelona significará laminar, todavía más, el uso de los vehículos privados en el centro de la ciudad. Los coches ya han sido excluidos de otros puntos de la ciudad, como las supermanzanas de Poblenou y Sant Antoni, y los núcleos de calles estrechas como Ciutat Vella y Horta, muy pronto en la Via Laietana y ahora también en el Eixample, a pesar de los avisos lanzados las últimas semanas por entidades como el RACC y Foment del Treball advirtiendo de los peligros para la economía de que comportará 'supermanzanizar' el distrito con más paso de vehículos.

De hecho, según datos del mismo Ayuntamiento de Barcelona, en la actualidad pasan por el Eixample unos 350.000 coches cada día, pero el destierro de los vehículos privados de las calles que serán reconvertidas en ejes verdes no es una consecuencia colateral de la aplicación del controvertido Modelo Superilla sino uno de sus objetivos principales. Este mismo jueves, en la presentación de los proyectos para transformar las cuatro calles, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha referido al distrito central de Barcelona como una "anomalía", ya que es "la zona con más índice de contaminación y más tránsito rodado".

"Coches invitados, no protagonistas"

En este contexto, Colau se ha vanagloriado de haber hecho "el rodaje de lo que será la transformación definitiva" con las polémicas actuaciones de urbanismo táctico precedentes y ha justificado la celeridad con que se ha tomado la decisión de reconvertir el distrito: "No podíamos esperar más en el Eixample en una situación de emergencia climática", ha afirmado. La realidad es que una vez finalizada la transformación, los vehículos no serán más que invitados, aparentemente incómodos, en unos espacios pensados para que los vecinos sean los protagonistas. La circulación estará restringida a los 10 km/h y con calles en plataforma única, con preferencia para peatones.

 

"Los coches serán invitados, no protagonistas, porque toda la actuación está definida para favorecer a los peatones, sin garantizar el paso recto de los vehículos", ha aclarado la segunda teniente de alcaldía y responsable de las áreas de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad, Janet Sanz, que ya ha advertido que los vehículos privados, tanto coches como motos, tendrán que girar obligatoriamente en cada esquina sin poder entrar en el tramo siguiente de eje verde, con el objetivo de asegurar la circulación por los ejes verdes sólo de los vehículos de los vecinos, los de servicios y los de emergencias. En resumen, Sanz ha querido transmitir a los conductores que en las zonas con modelo Superilla, "la movilidad indispensable en coche estará garantizada, pero tenemos que reducir aquellos viajes no indispensables".

Ni RACC, ni Foment: Superilla

La postura del gobierno municipal con la puesta en marcha del modelo Superilla Barcelona en el centro del Eixample pasa por alto completamente los serios avisos que el Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC) y la patronal Foment del Treball han lanzado los últimos días sobre la implantación de los ejes verdes. El RACC ya advirtió en diciembre que la creación de los ejes verdes congestionaría el Eixample, ya que la consecuencia directa será el desplazamiento del tráfico a las calles adyacentes y no la disminución de la presencia de vehículos privados, con un aumento de las colas de vehículos en hora punta que será de un 26% en la fase del 2023 y de un 55% de cara al 2030.

Más cerca en el tiempo, a finales de enero, fue Foment del Treball quien reclamó el parón de la transformación urbanística al considerar que comportaría el aumento de la contaminación, además de producir un perjuicio en la economía cifrado en la pérdida de 3.500 millones de euros. Según la patronal, la aplicación del modelo Superilla en el centro del Eixample tendrá un impacto negativo en la actividad económica en la ciudad, al desincentivar los desplazamientos, estimando que se perderá en torno al 20% de la facturación del comercio y de la restauración, añadiendo también la eliminación de unos 25.000 puestos de trabajo.

A pesar de estas dos serias advertencias, sumados a otros como el estudio del Barcelona Supercomputing Center que considera que las supermanzanas generan un efecto rebote de contaminación en las calles adyacentes, Colau ha asegurado que tiene "la mano tendida" en Foment y el RACC. "Nos importa su opinión", ha afirmado, pero para añadir a continuación que "la transformación no se puede detener, ya vamos tarde". El gobierno municipal, pues, abre la mano a las entidades críticas con la implantación de las supermanzanas, pero sin dar el brazo a torcer. Así pues, los vehículos privados -tanto coches como motos-, ya pueden ir buscando recorridos alternativos.