Ildefons Cerdà situó el centro de Barcelona en la plaza de las Glòries, pero al final el centro de la ciudad ha acabado siendo la plaza de Catalunya, un espacio que Cerdà ni siquiera había previsto en su plan del Eixample. En este Barcelona Exprés os explicamos cinco curiosidades de esta plaza.
Primera curiosidad: Una plaza no planificada. Como ya hemos apuntado, Cerdà no previó una plaza aquí, sino simplemente manzanas de casas dentro del continuo urbano del Eixample y, de hecho, algunas llegaron a construirse, como la Casa Gibert, situada donde ahora están las fuentes monumentales. A finales del siglo XIX, un replanteamiento urbanístico incluyó la creación de la plaza y supuso el derribo de las edificaciones existentes después de un largo período de provisionalidad.
Segunda curiosidad: Un espacio de encuentro al pie de las murallas. Aunque Ildefons Cerdà no preveía ninguna plaza en este lugar tan céntrico, antes de la demolición de las murallas este espacio era una gran explanada donde llegaban varios caminos que conducían hacia el llano y donde se celebraban mercados y ferias al aire libre. Este espacio, pues, ya tenía una cierta vocación de plaza
Tercera curiosidad: Las palomas son las principales residentes. El centro de la plaza está ocupado permanentemente por palomas y es una imagen tradicional que la gente las alimente. Esto ya lo explicamos en otro vídeo: alimentarlas no es ilegal, pero tampoco es una buena idea, ya que supone más población, más suciedad y posible transmisión de enfermedades. Hay que tener presente que en Barcelona hay una población de palomas de unos 100.000 ejemplares cuando con una cuarta parte sería suficiente, ya que se calcula que más de 300-400 ejemplares por kilómetro cuadrado ya son demasiados, y ahora tenemos entre 1.300 y 1.700 por kilómetro cuadrado, según datos del Ayuntamiento.
Cuarta curiosidad: La Moreneta clandestina. Entre las estatuas que rodean la plaza hay una que incluye una reproducción de la Virgen de Montserrat. Al inicio de la Guerra Civil y en pleno estallido anticlerical, la estatua se convirtió en un lugar de culto clandestino donde, de manera disimulada, había creyentes que se detenían ante la efigie para rezar.
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Y la quinta curiosidad: El subsuelo está lleno de túneles. Si hay vida en la superficie de la plaza Catalunya, también la hay en su subsuelo, un laberinto lleno de túneles, estaciones de Rodalies, Metro y Ferrocarrils de la Generalitat, aparcamientos subterráneos y otras instalaciones, además de lo que queda de la avenida de la Llum e incluso restos de la muralla medieval.