Los últimos tiempos para Roger de Gracia han comportado cambios considerables a nivel profesional y personal. Pero lo que no cambia en el exdirector y presentador del Estat de Gràcia de Catalunya Ràdio (el programa que precedió a La Tarda de Elisenda Carod), por mucho que pasen los años, es la firme defensa de su lengua, de la lengua que ama, de la lengua catalana que algunos indeseables insisten en arrinconar y si fuera por ellos, eliminar del mapa. Pero no lo conseguirán, por mucho que sigan habiendo catalanófobos vomitando su odio. Y si no, que se lo pregunten al bueno de Xavier Bonastre, cuándo lo llamaron para actualizar la factura de la luz y cuándo él insistió en ser hablado en catalán, desde el otro lado de la línea le respondieron un tolerante "¿Encima vacilando? Cuando te suban la luz ya hablarás en español". ¿Y qué me decís de la enfermera de Cádiz del hospital Vall d'Hebron y su "Puto nivel C1 de catalán"?.

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De vez en cuando, sin embargo, hay quien se encuentra con sorprendentes, inesperados y agradables hallazgos con respecto al catalán. Le pasó hace pocos días a la escritora mallorquina Llucia Ramis. Explicaba que llamó al servicio de atención al cliente de la empresa de electrodomésticos aragonesa Balay, con "número con prefijo de Zaragoza" y se quedó de pasta de boniato "Cuándo he dicho mi nombre y código postal de Barcelona". ¿Por qué? Por la reacción de la persona que la atendió: "ella me ha respondido: '¿Quiere que hablemos en catalán?'"... Por poco que no se le saltan las lágrimas. Y una sensación similar es la que ha tenido hace pocos minutos Roger, cuando iba paseando por la calle posiblemente más emblemática de Barcelona: la Rambla.

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Roger de Gràcia / IG

Concretamente, De Gràcia se ha quedado a cuadros por lo que ha visto en medio de la calle, justo al lado de uno de los miles de restaurantes que dibujan el skyline de la calle más visitada por los turistas cuando vienen a la capital catalana. Tierra abonada para guiris, a pesar de ser una calle muy nuestra, lo más habitual es que quien pasee por ella en pleno 2023 sean personas de fuera que están pasando unos días de vacaciones. Y que si les entran las ganas de comer alguna cosa mientras pasean, o quieren tomar alguna bebida, lo más normal es que no tengan problemas con el idioma y sabrán perfectamente qué piden en todo momento. ¿Por qué? Porque casi el 100% de los letreros, anuncios, cartas y carteles de los bares, restaurantes y locales donde hacer un alto para una buena manduca están en inglés. El turismo manda. Por eso, Roger ha puesto los ojos como platos, se ha tenido que pellizcar y todo, cuando ha visto lo que ha mostrado a sus seguidores en redes: "cartas en catalán en las Ramblas. En shock".

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Roger de Gràcia / IG

Entendemos su sorpresa mayúscula. Probablemente le hayan caído las lágrimas al ver "gambes arrebossades amb salsa tàrtara", "bacallà gratinat amb allioli", "amanida russa amb tonyina", "anxova amb crema de formatge", "xistorra" o "pernil ibèric" ("gambas rebozadas con salsa tártara", "bacalao gratinado con alioli", "ensalada rusa con atún", "anchoa con crema de queso", "chistorra" o "jamón ibérico"). Y no lo decimos porque le haya entrado el hambre... Si incluso ha visto alguna ce trancada (ç) y todo, "amanida de salmó fumat, pernil dolç i cranc" ("ensalada de salmón ahumado, jamón dulce y cangrejo")... Entendemos su emoción y estupor:

¿Bonatapa? Puede ser. Lo que es seguro es que Destaca.