En un mundo saturado de malas noticias, competitividad y presión constante, el doctor Mario Alonso Puig ha lanzado una advertencia que sacude a la comunidad médica y al público en general: “La forma en que pensamos afecta directamente a nuestra salud”. El reconocido  médico cirujano digestivo, autor y conferencista internacional, reveló que la creciente ola de ansiedad y depresión no es una mera casualidad, sino el resultado de un círculo vicioso entre lo psicológico y lo fisiológico.

Durante su participación en el ciclo Improving Lives: Mejorando Vidas, Puig señaló que vivimos en una crisis global de salud mental sin precedentes, donde el estrés crónico se ha convertido en el enemigo silencioso que corroe el organismo desde dentro. Y lo más alarmante: no hablamos solo de un problema emocional, sino de una bomba de tiempo que impacta en el sistema inmunológico, digestivo y hormonal.

Estrés y ansiedad: la combinación mortal que arruina el organismo

Lejos de ser un concepto abstracto, el estrés crónico provoca cambios medibles en el cuerpo. Puig recordó los hallazgos del profesor Hans Selye, quien descubrió que el organismo responde al estrés liberando hormonas como la adrenalina y el cortisol. El problema comienza cuando este mecanismo natural se mantiene encendido durante demasiado tiempo. El especialista explicó que la ansiedad es la cara psicológica de este fenómeno biológico: el miedo anticipado a un problema que sentimos incapaces de resolver. Mientras tanto, la depresión sería la otra cara de la misma moneda, cuando la mente ya no encuentra recursos para enfrentar la amenaza. En ambos casos, el cortisol —la hormona del estrés— permanece elevado, dañando la salud física y mental.

El pensamiento negativo como veneno silencioso

El doctor Puig fue tajante en sus declaraciones: los pensamientos no son inofensivos. Aquello que repetimos una y otra vez en nuestra mente —“no puedo”, “va a salir mal”, “no tengo solución”— termina traduciéndose en síntomas físicos. Según explicó, las regiones cerebrales encargadas de procesar las emociones convierten esas ideas en sentimientos reales, que a su vez alteran el cuerpo.

Es una especie de círculo vicioso: la tensión corporal refuerza la emoción negativa, y esta retroalimenta un pensamiento aún más destructivo. De acuerdo con el experto, entramos en un bucle que nos roba la esperanza y mina la capacidad de recuperación, advirtiendo que este proceso puede derivar en enfermedades autoinmunes, diabetes tipo 2 e incluso favorecer procesos cancerígenos.

La llamada psiconeuroinmunología revela que entre el 80% y el 90% de las enfermedades fisiológicas tienen un origen o un detonante psicológico. Puig destacó que el aparato digestivo, que alberga el 80% del sistema inmunológico, es el primero en resentirse. Un intestino alterado por el estrés crónico puede volverse “permeable”, permitiendo la entrada de toxinas al organismo y desatando inflamaciones de bajo grado que deterioran la salud a largo plazo.

Frente a este panorama sombrío, Mario Alonso Puig no se queda en la denuncia: ofrece un camino de salida. La clave está en aprender a observar y cuestionar los propios pensamientos. Identificar cuándo una idea nos hunde y reemplazarla por otra más constructiva puede activar las regiones prefrontales del cerebro, responsables de la creatividad y la resolución de problemas. En palabras del especialista, “los seres humanos podemos elegir lo que pensamos”, y esa elección puede marcar la diferencia entre la enfermedad y la recuperación.