En España, un país con más horas de sol que la mayor parte de Europa y una calidad de vida que, según diversos índices, figura entre las más altas del mundo, la migración se ha convertido en una característica estructural de la sociedad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y Eurostat, la población extranjera representa aproximadamente entre el 8 % y el 14 % de la población total en distintos periodos recientes, con variaciones por comunidades autónomas. Esta diversidad ha generado beneficios económicos y culturales, pero también desencadena tensiones y choques culturales que a menudo quedan registrados en redes sociales.
Ese es el caso de un joven francés que vive en Madrid, que ha puesto el grito en el cielo por ciertas costumbres que asegura, en su natal París, serían “impensables”. Lo que parecía una anécdota inofensiva se ha encendido como pólvora en plataformas como TikTok y X (antes Twitter), dividiendo a los usuarios entre quienes sienten orgullo por las particularidades culturales y quienes reconocen que, en efecto, algunas de esas costumbres pueden resultar desconcertantes.
El “tío” y la “tía”: expresiones españolas que desconciertan a los extranjeros
El primer aspecto que sorprendió al joven galo fue la insistente utilización de las palabras “tío” y “tía” en cualquier conversación. Para él, escuchar que un amigo se refiere a otro con este apelativo sin que exista lazo familiar alguno es un completo enigma. En Francia, explica, semejante recurso lingüístico sería visto como una confusión o incluso como una falta de respeto. ¿Por qué llamáis a vuestros amigos o amigas, tío o tía; por qué?”, preguntó el usuario @elrealclem. Lo cierto es que esta forma de hablar, tan arraigada en la juventud española, se ha convertido en un sello de identidad. Sin embargo, para quienes llegan de fuera, sobre todo de países donde el lenguaje se conserva con un tono más formal, escuchar constantemente un “tía, ¿qué haces?” resulta tan desconcertante como llamativo.
Las notas de voz, la lentitud al caminar y la cerveza a media mañana: costumbres españolas que irritan a un francés
Otro de los puntos señalados por el joven francés es la ya famosa costumbre de las notas de voz en WhatsApp. Según él, en Francia nadie tiene la paciencia para escuchar audios que parecen pódcasts completos. Pero su crítica más encendida llegó al comparar el ritmo de las calles: mientras en París la gente camina con prisa, centrada en llegar de un punto A a un punto B, en Madrid los peatones parecen tomarse la vida con más calma, lo que le resulta desesperante, ya que siente que debe adelantar a todos para mantener el ritmo.
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La tercera costumbre que dejó atónito al francés fue la normalización del consumo de cerveza en España. Ver a trabajadores tomando una caña en un descanso laboral, sin necesidad de celebración alguna, le resultó incomprensible. En su país, asegura, beber alcohol a esas horas sería mal visto, un acto reservado únicamente para eventos sociales o fiestas. Sin embargo, la caña en la terraza, incluso a media mañana, es símbolo de convivencia, una pausa breve que no necesariamente se traduce en exceso. Lo que para algunos es irresponsabilidad, para los españoles es la receta secreta de una de las poblaciones con mayor esperanza de vida del planeta.