Emma Vilarasau es una mujer que hay que escuchar, sí o sí. Ya sea sobre un escenario o frente a una cámara, donde es una verdadera joya de la interpretación, o fuera de esta vertiente escénica, en el tú a tú La actriz de Sant Cugat del Vallès siempre interesa. Y sus entrevistas confirman esta percepción: llenas de juicio, de valentía, de sinceridad. De contundencia, cuando es necesario. E incluso de sorpresas, abriendo su interior con intimidades desconocidas pero que hablan de alguien muy humano, con problemas como los que nos pasan a tantos y tantos de nosotros. Incluso traumas. Es lo que ha vuelto a hacer en 8tv, en el programa de Maria de la Pau Janer.
Emma, que hasta hace pocos días representaba 'L'Oreneta' en la Sala Villarroel de Barcelona, era la invitada de 'Amazones', el espacio de entrevistas de la escritora mallorquina. La nómina de grandes mujeres que han pasado por este formato crece cada día: Laura Borràs, Pilar Rahola, Pilar Eyre, Àngels Gonyalons... La Vilarasau tenía que estar, y el resultado ha cubierto las expectativas con creces. Explica las cosas de una manera que fascina. Una maestra de la palabra, sin duda.
La entrevista, realizada en el claustro del famoso monasterio de Sant Cugat, hizo rememorar vivencias de un pasado del que el gran público no era demasiaso consciente. Tenemos a Emma tan incorporada en nuestro imaginario colectivo, por tantas y tantas series y obras como|cómo Ventdelplà, Mirall trencat, Nissaga de poder, Secrets de família, La cabra, o qui és Sylvia? , etcétera, que nadie se imaginaría haber sufrido una adolescencia "muy dura" por culpa de un complejo físico. Vilarasau era "gorda, gordita, no me soportaba mucho. No me gustaba nada, me detestaba". La tensión que le provocaba esta inseguridad le hizo sufrir de forma terrible, pero la interpretación fue su salvavidas y, al mismo tiempo, el regalo que la vida le tenía preparado. Bueno, un regalo del que también somos afortunados los espectadores de sus papeles. Pero ella la primera. Gracias a estos personajes todo le hacía menos daño. Hasta que se volvió invulnerable. Lo explica así.
Esta parte de su intimidad no fue la única que compartió con Maria de la Pau: vivimos otro pasaje emocionante y conmovedor al hablar de su madre, de su sufrimiento antes de morir y de cómo fue acompañarla en este trago tan duro. "Se habla poco de los cuidadores. Es muy duro ver a un ser amado sufrir, es terrible". Todos aquellos que se han visto en esta situación coincidirán con su reflexión.
Así es Emma Vilarasau: imprescindible. Nuestro mejor patrimonio cultural, sí, pero también humano.