La pelota ya rueda en el estadio Lusail de Catar por última vez en este mundial tan polémico. Argentina y Francia luchan por el título en un partido futbolísticamente muy atractivo, pasional, histórico. Messi contra Mbappé, el delirio. El rey contra el heredero. Todo puede pasar, pero lo que es seguro es que cuando todo acabe uno de los dos escribirá páginas de gloria, mientras la decepción del perdedor tendrá poco consuelo. El mundo mira la final con el corazón dividido, porque no es solo un enfrentamiento entre dos países. Hay mucho más en juego. Y con derivadas que en España, por ejemplo, se han manifestado de manera clara en medios periodísticos muy sesgados. Aquí todo se reduce a un nuevo duelo Barça-Madrid. Messi, a pesar de jugar en el PSG, es Barça. Y su compañero en París, Mbappé, es una frustración húmeda de los blancos. Pesa más el odio a Leo que haberles dejado tirados tras una persecución épica. Pero vayamos más allá: también es un Catalunya-Espanya.

¿Por qué Catalunya? No, no es por las raíces del portero francés Hugo Lloris. Sus abuelos catalanes huyeron de Franco en la Guerra Civil, estableciéndose en Niza. La catalanidad la representa Leo Messi, que ha vivido dos décadas aquí, 20 años de leyenda, desde que era un preadolescente hasta que se marchó con lágrimas en los ojos de Can Barça. Estamos todos de acuerdo que no sería el ejemplo de integración en determinados aspectos, como la lengua. Pero la estima y la memoria futbolística también juegan este partido. Vaya, que Messi es nuestro. Y que es detestado por muchos españolistas y merengones por representar a Catalunya y al F.C.Barcelona. Le desean toda la mala suerte del mundo, se mueren por verlo estrellarse. De momento tienen que callar. Después del partido ya veremos.

Mbappé y Leo Messi Europa Press
Mbappé y Leo Messi / Europa Press

Cayetana Álvarez de Toledo anima a Messi en la final del mundial de Catar

En todo caso, a pocos minutos para el inicio del partido hemos encontrado un tuit muy llamativo de una conocidísima política del Partido Popular. Marquesa y diputada en el Congreso por la demarcación de Barcelona. Una cuestión curiosa, porque ella, Cayetana Álvarez de Toledo, destaca por su catalanofobia. A pesar de haber estada casada con el barcelonés Joaco Güell, detesta Catalunya. Sobre todo al catalanismo, y ya ni hablamos de los indepes. La lengua, la tele pública... si de ella dependieran, ay. Pero hay un detalle determinante: ella es argentina. Bueno, también tiene nacionalidad francesa, pero la cuna tira más en este fichaje galáctico de la España reaccionaria, como Ortega Smith, como Hermann Tertsch. Más patriota que el palo de la bandera de Colón, pero de vez en cuando flaquea por el fútbol. Los argentinos pierden la cabeza cuando se trata de césped, goles y cánticos. Total, que Cayetana ahora es catalana. De Messi. "¡Vamos!", le escribe.

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Mario Vargas Llosa y Cayetana Alvarez de Toledo en la mani de Colón / Foto: Nicolás Tomàs

División entre los seguidores de la política españolista

No creemos que el grito de Cayetana haya llegado a los oídos de Leo, quizás mejor que no. Pero sí que lo han leído los seguidores de la política, provocando reacciones de todo tipo con su traición. "No juega Varela", le recuerdan con mala leche, mientras que desde su trinchera le confiesan decepción: "Debe de ser en lo único que no estoy de acuerdo contigo". Pero hay más. Repasémoslo.

Por cierto, que llevamos 35 minutos de partido cuando acabamos este artículo. Y Messi ha marcado de penalti. 2-0. Espérate, que Cayetana será talismán. Y azulgrana. ¡Y catalana! Nos explota la cabeza.