Las memorias del rey Juan Carlos son una hagiografía para santificar al emérito, blanquearlo se dice ahora, y por eso las encargaron  no  a un escritor como Pilar Eyre, no a un periodista como Carlos Herrera sino a una francesa, amante (platónica o no) de Juan Carlos, que sabe de la misa la mitad. De todas las confesiones que el padre de Felipe hace en Reconciliación solo interesa si hay algo que, sin querer, se le escapa al nonagenario y que Laurence Debray, en su condición de cheerleader poco experta, no ha sabido editar. El libro da pereza leerlo, y por eso hay periodistas como Silvia Taulés que han hecho el trabajo y ahorran perder el tiempo. En el extracto que publica la catalana en Vanitatis hay una patinada fenomenal de Juan Carlos: confiesa que fue él, el emérito, quien pagó la costosísima defensa de Iñaki Urdangarin  desde la instrucción en el año 2011 cuando se registra Noos hasta la sentencia definitiva en el año 2018 en el Tribunal Supremo. Son siete años de abogados, ochenta y cuatro meses pagando la nómina de Mario Pascual Vives y su equipo defensor, una fortuna. El paganini fue Juan Carlos, cuando era rey y cuando dejó de serlo. Pagaba la minuta cada mes.

joan carles iñaki urdangarin GTRES
Sobrino y yerno, íntimos, GTRES

Los periodistas que seguimos el juicio en Palma solo teníamos expectación por una cosa: si Urdangarin cedería a las presiones de su familia de sangre, la vasca, y diría la verdad en sede judicial: que se embarcó en pedir millones a las administraciones públicas por ser yerno del rey aconsejado por el mismo rey, que le reveló que él cobraba comisiones desde hacía años y no había pasado nunca nada. Que ningún juez había osado investigar a un Borbón por cobrar dinero por debajo de mano. Urdangarin con Noos hizo lo que había visto hacer a su suegro indisimuladamente: cobrar por no hacer nada y no declararlo a Hacienda. Si Iñaki hubiera confesado en sede judicial que Juan Carlos era un corrupto habría sido el final de la Corona obligando a Felipe a abdicar. Juan Carlos tuvo pánico y pagó, como paga toda la escolarización de sus seis nietos, los Urdangarin y los Borbón, más gastos de las hijas infantas, a las que considera "madres solteras" según el libro. Tiene tanto dinero que Juan Carlos, temiendo que el yerno lo señalara en sede judicial, decidió callarlo con dinero, pagándole años de gastos judiciales y de abogados. Era inviable que Mario Pascual Vives aconsejara a su cliente ir contra Juan Carlos si era el emérito quien pagaba al abogado catalán del paseo de Gracia, padre de un amigo de los niños en el Liceo francés y compañero de tenis en el Real Club Tenis Barcelona en Pedralbes. Dinero por silencio, más viejo que la monarquía. Quien paga manda.

Infanta Cristina, Iñaki Urdangarin y Mario Pascual Vives Europa Press
Cristina, Iñaki Urdangarin y Mario Pascual Vives en el Real Club de Tenis Barcelona, Europa Press

Escribe Joan Carles según Vanitatis: "Evidentemente, como suegro y como padre, quise ayudarle, ofreciéndole los servicios de uno de los mejores abogados de España. Pero no tenía los medios económicos para aceptar esa ayuda, pues sus cuentas bancarias estaban congeladas. Aun así, las ayudas familiares no cesaron. El rey sugiere que financió indirectamente algunos gastos del matrimonio y asumió parte de la defensa de su yerno, aunque se muestra dolido por el coste de imagen y de dinero que todo aquello le supuso. Pidió ayuda a uno de sus amigos, padre de un compañero de su hijo en el Liceo Francés de Barcelona, con quien jugaba al tenis". Cristina tenía como abogado a uno de los dos padres vivos que tiene la Constitución, Miquel Roca, e Iñaki a este hombrecito discreto con quien jugaba al tenis. Su cliente acabó en la cárcel, pagando Juan Carlos. Omertà, Iñaki.