La alegría, que quizás no es la palabra más acertada, "va por barrios" en el Partido Popular. Las sonrisas forzadas de la mañana siguiente al 26-M han sido rebajadas por la complejidad de la situación política, y las maniobras en los despachos de Génova tienen a todo el mundo bastante ocupado. Bien, casi todos. Hay quien dedica su tiempo a la reflexión, cosa extraña en el partido. Una reflexión forzada, eso sí, por el desastre electoral que le ha llevado cerca del precipicio. En Catalunya y Euskadi, de hecho, han caído al vacío, y el porrazo ha dejado un rastro de conmoción cerebral. Por ejemplo, en el exministro y presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, a quien la visita al hospital le ha transformado en nacionalista vasco. Mejor dicho, en foralista, la forma fina de disfrutar de las ventajas del autogobierno sin renegar de su sentimiento españolista. Una deriva que le ha costado la cuchillada del columnista Alfonso Ussía, uno de los irreductibles unionistas de los "banzados" de La Razón, y continuada por el resto de los simpatizantes de los peperos: "Mamarracho"

Alfonso Ussia Antena 3

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Las palabras del exalcalde de Vitoria-Gasteiz, que no se sabe si realmente intenta salvar los muebles del partido en Euskadi o si trata de afiliarse discretamente al PNV, fueron estas: "Somos una versión foralista del PP. Defendemos la inclusión del País Vasco dentro de España pero con arreglo a los derechos históricos". Alonso hablando de "derechos históricos" y, sobre todo, de "la inclusión del País Vasco dentro de España" ha sido tomado por herejía en el mundo conservador. Y mira que ya les había dejado "calentitos", evitando apoyar a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz, y sobre todo mostrando su oposición a cualquier pacto del PP con Cs o VOX. Claro, será un oportunista pero es uno muy listo, y sabe que los socios de Génova son, en Euskal Herria, lo mismito que el PP: La nada. Alonso ha llamado la atención también de sus adversarios políticos, que han querido hurgar en la herida.

Alfonso Alonso PP vasco EFE

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El espectáculo de los de Pablo Casado no ha hecho sino empezar. Un show lleno de chistes, de transformistas, de petardos y de un público enfadadísimo que quiere que le devuelvan el precio de la entrada.