Las comparaciones siempre son odiosas. Y en el caso de las monarquías, todavía más. Sobre todo cuando una de las variables es española. Zarzuela es el pim-pam-pum de sus homólogos europeos. Se podría pensar que lo hacen a propósito, que su deporte favorito es pasarles la mano por la cara, que les tienen manía. La realidad, sin embargo, es otra, mucho más sencilla de entender: unos tocan con los pies en el suelo mientras los otros viven en otro planeta. Hablamos de la comparación entre Felipe y Letizia y Guillermo y Máxima de Holanda. Los monarcas de este último país se están hartando de dejarlos en evidencia. Tenemos ejemplos a porrillo, y durante la visita oficial de los reyes holandeses en Grecia hemos encontrado otro.

Letizia Tudela Europa Press
Letizia en Tudela / Europa Press

Repasando el histórico de este duelo de coronas, destacamos las imágenes de Máxima llegando a Tanzania después de un viaje muy largo en avión. Lo hacía despeinada, sin maquillar, con mocasines y calcetines... y una sonrisa tan despampanante como sincera. O aquellas instantáneas de la argentina conduciendo un camión durante un encuentro con el sector del transporte de su país. Son detalles bastante mundanos, pero en España todo esto es ciencia ficción. Felipe y Letizia dan la nota allí donde van. En Tudela, por ejemplo: falda con agujero, empujón al escolta y ni siquiera el más mínimo gesto con un seguidor que quería regalarle a la reina un pan de dimensiones bíblicas. No hay manera. Demostrar humanidad y sencillez no va en su ADN. Y cuando hacen el esfuerzo es tan forzado que chirría. Y así todo.

Máxima de Holanda camioneros EFE
Máxima de Holanda conduciendo un camión / EFE

Pues bien, durante la visita de los reyes holandeses a Grecia se ha producido un gesto digno de elogio. Sí, algunos dirán que es de cara a la galería, que estos monarcas también viven rodeados de lujos, joyas y pompa, pero tienen la decencia de escoger un medio de transporte ecológico, respetuoso y concienciado con la emergencia climática de que estamos viviendo, aunque muchos le den la espalda y hagan como que no existe. La pareja real se ha movido por Tesalónica en bicicleta, un tipo de transporte de enorme tradición en su país. Y no ha pasado nada, no se les han caído ni los anillos, ni la corona, ni nada. Con un poco de voluntad, esfuerzo y empatía todo es posible. Ahora imaginen a los monarcas españoles en una situación similar. Ni haciendo trabajar el cerebro a toda máquina sale algo parecida. Nunca, jamás.

Guillermo y Máxima de Holanda en bicicleta Twitter

Guillermo y Máxima de Holanda en bicicleta / Twitter

Cierto que el gesto de Guillermo y Máxima no cambiará demasiado las cosas, pero seguro que han enviado un mensaje positivo a sus súbditos, a sus seguidores y fans. Cambiar el mundo y hacerlo mejor es sólo una cuestión de voluntad, así como acercar la institución monárquica al pueblo, a sus necesidades y urgencias. En España, sin embargo, viven más preocupados por la moda, los gestos vacíos de contenido, el costumbrismo más patético. Y por eso la monarquía es una institución con la reputación por los suelos, por no hablar de los escándalos del patriarca Juan Carlos de Borbón o de otros miembros de la familia. Mientras no entiendan que para mejorar las cosas tienen que sudar, mojarse y dejarse de historias, no habrá manera. Holanda vuelve a dejarlos con las vergüenzas al aire. Y no será la última vez.

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Felipe y Letizia / GTRES

El próximo capítulo de este duelo tan desigual está por escribirse, pero no lo duden ni un segundo: España volverá a perder. Es su destino. Y su cruz.