La infanta Elena volvió a ser clave en los movimientos discretos de su padre, el rey Juan Carlos I. La semana pasada, en Vigo, organizó un exclusivo encuentro privado con amigos del círculo más selecto del emérito. Todo ocurrió en paralelo a la quinta prueba de la Liga 6 Metros, celebrada en la ría de Pontevedra.
Más de 150 regatistas y unas 30 embarcaciones se dieron cita en la costa gallega. Era la última regata puntuable del Trofeo Xacobeo. El ambiente fue festivo, pero muy reservado. En ese contexto, Juan Carlos I aprovechó para reunir a su pandilla de siempre. Viejos conocidos. Amigos de la vela, del lujo, y de las largas sobremesas.

Encuentro de élite en Sanxenxo organizado por la infanta Elena
El jueves pasado, el emérito aterrizó en Vigo en un jet privado de VistaJet, procedente de Logroño. Pero no llegó solo. Casi al mismo tiempo, otros seis jets privados tocaron pista en el aeropuerto de Vigo. Todos con millonarios discretos a bordo. Hombres y mujeres de perfil bajo, pero con apellidos de peso. Algunos aristócratas. Otros, empresarios poderosos. Todos con una cosa en común: una amistad duradera con Juan Carlos.
A las 17:30, una hora antes de la llegada del emérito, aterrizó otro avión privado de VistaJet, este desde Ibiza. Según recoge El Español, luego llegaron, en rápida sucesión, un Global Express canadiense, valorado en 46 millones de dólares, desde Cascais; y un Cessna 650 de Hyperion Aviation, procedente de Faro. El coste del alquiler por hora de estas aeronaves osciló entre 3.500 y 11.000 dólares.
La infanta Elena hace las veces de secretaria del rey emérito Juan Carlos I
Pero hubo más. Según fuentes locales, hasta siete jets privados descendieron en Vigo durante la misma franja horaria. No fue casualidad. Fue una reunión planificada al detalle. Y la responsable fue Elena.

La hija del rey fue quien coordinó las llegadas, organizó la logística, y actuó como anfitriona silenciosa. Su papel fue discreto, pero esencial. Es la que actúa como secretaria del emérito, en estas ocasiones.
Así, durante el fin de semana, la costa de Sanxenxo se convirtió en un club privado flotante. Juan Carlos compartió mesa, regata y confidencias con Josep Cusí, regatista y viejo amigo, y con otros armadores, cuya identidad rara vez trasciende. El plan fue claro: velas de día, cenas privadas de noche. Todo en un entorno seguro. Sin prensa. Sin cámaras. Solo amigos. Leales, ricos i bien conectados.