Juan Carlos I y el mar tienen un vínculo potente. El Borbón sueña con navegar de nuevo en Sanxenxo desde su jaula de oro de los Emiratos Árabes. Siempre le han gustado las regatas, es bien sabido. Allí se encuentra entre amigos que, además, lo protegen. Lejos del ambiente náutico (que no marinero) se siente más frágil, solo, perdido. Y más aburrido. En el mar ha pasado los mejores momentos vitales de sus últimas décadas, veraneando en los yates de la Casa Real. Todos ellos, evidentemente, que nunca ha pagado de su bolsillo, claro. Ni de su fortuna. Exactamente era de otros: del Rey Fahd de Arabia, primero, o de los empresarios mallorquines fieles a la causa, en el año 2000. Sea como sea, paradojas del destino (o 'recochineo'), todos sus barcos se han llamado igual: "Fortuna". Se lo pasaron de maravilla, así como todos sus descendientes, aunque también protagonizaron episodios de cierto ridículo, como cuándo se estropeó en Sòller con el Príncipe Carlos de Inglaterra y la Princesa Lady Di en 1980. De hecho, un pesquero lo tuvo que empujar a puerto. Juan Carlos renunció a él en 2013, un año antes de abdicar, y Patrimonio Nacional lo devolvió a los benefactores mallorquines que habían puesto 20 millones de euros para regalarle un capricho.

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Juan Carlos está obsesionado con el mar y las regatas / GTRES

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Juan Carlos y Lady Di / Telecinco

Esta embarcación parece emular la suerte de su expropietario: el lema sería "todo se acaba". La vida del 'Fortuna' agoniza. La noticia la publica 'Última Hora' y confirma el final catastrófico que se apuntaba hace un par de años. Los mecenas baleares colocaron la nave perdiendo mucho dinero. Lo compró la compañía Balearia de la familia Matutes por 2,2 millones de euros. Hicieron un cambio de nombre y le pintaron la cara, pero nadie pagaba los 4 millones que pedían. Tampoco los mismos 2,2 millones que les había costado a ellos. Ni siquiera con la etiqueta de que el emérito había hecho vida allí. Nada. Imposible. Ni regalado. La situación se ha vuelto insostenible para los Matutes, que se han hartado del barco y se lo quieren quitar de encima de la manera que sea. Eso será en un desguace, y acabará vendido por piezas. Así recuperarán, esperan, una mínima parte de los gastos que les ha ocasionado la maldita embarcación de su amigo huido.

Juan Carlos en el Fortuna GTRES

Juan Carlos y Sofía en El Fortuna GTRES

Juan Carlos y Sofía en el 'Fortuna' / GTRES

Sea como sea, Juan Carlos ha sido coherente: su relación con el mar y con la corona han atravesado caminos paralelos. Y los dos acaban muy mal.