Pocos días después de presentar unos resultados globales con pérdidas de 2.000 millones en su sector de renovables en todo el mundo, General Electric Renovables ha acordado el recorte de personal que empezó a negociar el pasado mes de noviembre en España. Serán, finalmente, 156 despidos en vez de 200 de sus 950 trabajadores, la mayoría de ellos en Barcelona, donde está la unidad de diseño de producto, según ha podido saber ON ECONOMÍA a través de fuentes sindicales. La decisión, que reduce las bajas un 22%, se ha votado favorablemente este martes con un apoyo del 96% de la plantilla, que no ha visto mucha alternativa a esta reducción en un contexto de incremento de los precios de producción y de las materias primas que ya hace meses que golpea el sector de la construcción de turbinas.

En un principio, el expediente de regulación de empleo (ERE) dará la posibilidad de que los trabajadores se acojan a bajas voluntarias, pero fuentes sindicales reconocen que "será difícil porque las condiciones de salida sueño bastante peores que en los despidos". Si los que se presenten voluntarios a salir de la empresa recibirán 30 días por año trabajado de indemnización, los que sean despedidos recibirán 45 y un plus de indemnización, que se incrementará para las personas mayores de 50. Inicialmente, 150 de los 200 despidos tenían que estar en Barcelona, donde los trabajadores se manifestaron hace unos días en una huelga que se extendió a todo el estado. Con la reducción acordada, todavía no está claro cuál será el reparto territorial de las bajas.

La empresa, al mismo tiempo que ha acordado el ERE, les ha anunciado que creará 27 nuevos roles en España y se ha conseguido pactar que 18 de los 156 afectados por el recorte sean recolocados en estos nuevos lugares, con la posibilidad de que sean más y que se puedan acabar salvando hasta 40 puestos de trabajo. Así pues, la cifra de bajas será finalmente de 138 y podría ser menor.

Fuentes sindicales reconocen que han visto un poco "coja" la actuación del ministerio de Indústria, que canceló una reunión prevista para enero para abordar la situación de la empresa, que se encuentra en medio de un plan de recortes en el ámbito europeo, donde se esperan hasta 2.500 bajas. El proceso de reestructuración de la empresa arrancó, también en las sedes de los Estados Unidos y asiáticas, el mes de octubre del año pasado, cuando anunció la reducción de un 20% de su plantilla.

El pasado 24 de enero, General Electrics presentaba sus expectativas de cara al año 2023 e identificaba en su rama de renovables como el "campo de batalla" de la empresa, en palabras de su presidente ejecutivo Larry Culp. La unidad de renovables registró pérdidas de 2.200 millones de dólares el año 2022, mientras que el negocio aeroespacial obtenía beneficios y aumentaba los ingresos.

Con la tijera ya en marcha en las renovables, la empresa consiguió salir de las pérdidas con las cuales cerró el año 2021, de 6.000 millones de euros, y cerró el ejercicio con beneficios de 207 millones, a pesar de las renovables, que sí que cerraron el año en negativo.

El problema no solo afecta GE Renewables, que se ha sumado a una tendencia de despidos del sector a España. Solo hace un día que Siemens Gamesa votó a favor de un plan de despidos de 352 personas después de haber despedido a 262 personas el año pasado, cuando también Vestas despidió a 115 trabajadores. Nordex también presentó un ERE y despidió a 136 trabajadores en julio del año pasado. Serán, en total, unos 1.000 despidos en el sector de la construcción de energía eólica justo en el momento que se supone que más se está apostando en Europa.

Pérdidas y recortes

Siemens Gamesa presentó hace unos días sus resultados del primer trimestre fiscal y, aunque aumentó las ventas un 10% hasta los 2.008 millones, duplicó sus pérdidas hasta los 884 millones. Vestas, primer fabricante del mundo presentó pérdidas de 1.000 millones de euros el pasado mes de noviembre y Nordex perdió 371 millones en el tercer trimestre. Acumulan miles de millones de pérdidas.

Aunque el incremento del coste de las materias primas por la guerra en Ucrania ha sido parte del problema, las complicaciones en el sector se arrastran desde antes. El mes de febrero del año pasado, los CEOs de los principales fabricantes de turbinas ya enviaron una carta a la presidenta de la comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quejándose por la lentitud de los permisos para construir plantas eólicas, que muchas veces ven su tamaño reducido por las resistencias en el territorio. En eso hay que sumar el incremento de los precios de los materiales auspiciado por China, que además tiene empresas potentes de construcción de turbinas entrando en el mercado europeo.

La guerra de Ucrania hizo acelerar la apuesta europea en renovables, hasta al punto que el año pasado la combinación de eólica y fotovoltaica superó en Europa la del gas y la Agencia Internacional de la Energía espera que de cara al año 2027 sea de un 40% sobre el total.

Pero a pesar de todos estos esfuerzos, algunos de los últimos concursos públicos para construir renovables en España han quedado desiertos. El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, anunció hace unos días al diario El País que Europa movilizará 350.000 millones para la fabricación de renovables, que es además la gran esperanza no solo para la descarbonización sino para la reindustrialización de Europa. Se pretende también frenar una posible huida hacia los Estados Unidos, donde el presidente Joe Biden ha aprobado con la Inflation Redution Act importantes exenciones fiscales para las renovables.

A finales del año pasado, el Parlamento Europeo aprobó flexibilizar los requisitos ambientales para construir eólica con el fin de combatir el atasco burocrático de muchos de los proyectos y, en España, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha convocado 222,5 millones para repotenciar y reciclar proyectos ya existentes de energía hidráulica y renovable que vence el próximo 15 de marzo. Mientras tanto, hace meses que se espera que el mismo ministerio dé luz verde a la regulación marítima que permitirá que España tenga energía eólica marina, también conocida como offshore, alternativa en la terrestre que ya se está implementando en otros países. Ninguna de estas múltiples medidas con las cuales la eólica espera volver en algún momento a ser rentable, sin embargo, ha llegado a tiempo de salvar centenares de despidos en toda Europa en la construcción de una de las energías de moda.