El borrador de la Unión Europea en proyectos prioritarios filtrado este lunes por Financial Times y al que ha tenido acceso ON ECONOMIA muestra que la Comisión Europea está dispuesta a dar prioridad 50.000 millones de ayudas para desarrollar hidrógeno verde pese a la incertidumbre que envuelve esta solución energética basada en el reaprovechamiento de las energías renovables a través de la separación de sus partículas para almacenarla y transportarla. Entre los proyectos que aparecen en la lista de prioritarios se encuentra el BarMar anteriormente conocido como H2Med, corredor que debe conectar Portugal y España con Francia y al que hace unos días se ha sumado Alemania con un importante espaldarazo. El corredor, que costará 2.500 millones europeos y espera contar con aportación europea, ya recibió en diciembre del pasado año el beneplácito de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, aunque por el camino han crecido las dudas en torno a la viabilidad del sector. 

Más allá de los últimos estudios que apuntan a que los elevados costes de producción del hidrógeno verde (necesita descargas eléctricas para separar las moléculas de hidrógeno y oxígeno provenientes de las renovables) no lo harán eficiente, son varias las voces que se oponen a las millonarias inversiones en estos proyectos, que España pretende liderar y en los que ya proyecta inversiones de 21.000 millones hasta 2030. Entre las voces críticas, diversos ecologistas europeos, entre ellos la española Ecologistas en Acción, se opusieron este martes a "una infraestructura innecesaria que agravará la crisis energética", según la plataforma. 

Hace tan solo seis días, el operador alemán OGE se sumó al hub formado por las españolas Enagás y Reganosa y GRTgaz, Ren y Teréga para impulsar un canal que conectaría Barcelona y Marsella con un gasoducto submarino de 450 kilómetros, que sería el más largo del mundo.  

Mientras la Comisión acaba de decidir la lista de proyectos prioritarios en renovables donde debe incluir el corredor BarMar entre Barcelona y Marsella, son varias las voces que cuestionan el futuro a corto plazo de esta energía, que si bien todo apunta que puede ser clave en el sector industrial y para el amoniaco verde, existen serias dudas de que sus usos vayan tan lejos como se apuntó en un inicio.

"Carece de planificación"

La analista de energía del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero, Ana María Jaller-Makarewicz, carga directamente contra el H2Med en un comunicado conjunto entre plataformas críticas e independientes. "El H2Med, que atravesaría Portugal, España, Francia y Alemania, es un ejemplo concreto de cómo estos proyectos de infraestructuras de hidrógeno carecen de una planificación adecuada en torno a la oferta y la demanda futuras de hidrógeno", ha asegurado. "La UE debe canalizar la financiación de nuevas infraestructuras energéticas hacia soluciones sostenibles que sabemos que necesitamos, con una planificación adecuada y una justificación sólida. De lo contrario, los ciudadanos de Portugal, España, Francia y Alemania podrían tener que cargar con costosos activos varados", ha añadido entre las críticas y dudas que generan los canales.

Michael Liebrech, cofundador de Bloomberg New Enery Finance y experto en transición energética, apunta que la lista "incluye miles de kilómetros de gasoductos desde lugares con pocas probabilidades de suministrar hidrógeno a lugares con pocas probabilidades de necesitarlo; instalaciones de importación de amoníaco para cargas con pocas probabilidades de producirse; incluso una instalación receptora de hidrógeno líquido para la que nunca se construirá una flota de transportistas". "La lista refleja el control que ejercen los grupos de presión y la industria del gas sobre la política energética e industrial de la UE, en lugar de la realidad de la física, la economía y las finanzas", añade. 

En el mismo sentido, Arjun Flora, directora para Europa del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero, asegura que "la UE se está planteando gastar decenas de miles de millones de euros de los contribuyentes en la construcción de megaproyectos de hidrógeno inconexos, a pesar de la enorme incertidumbre en torno a la oferta, la demanda y el precio del hidrógeno en el futuro". 

Son cuatro las dudas que generan las millonarias inversiones en hidrógeno verde: la primera y más evidente es que se están planificando sobre una energía aún por desarrollar, la segunda el elevado coste económico y energético que tiene generarla y que limitaría su alcance, en tercer lugar la posibilidad de que se aprovechen las nuevas tuberías para seguir transportando gas de origen fósil y, la cuarta, la elevada implicación que tienen en su desarrollo las empresas que precisamente más implicadas están en las industrias de la energía fósil. 

Pese a la apuesta aparentemente decidida de la Comisión Europea por el hidrógeno verde, un informe del mismo organismo reconoció recientemente que es poco probable que el precio mínimo del hidrógeno se sitúe por debajo de los 2,5 euros por kilogramo, que es el valor que determina para que sea rentable.