La opa del BBVA al Sabadell terminó el jueves por la noche, con el anuncio de que la aceptación no había alcanzado el 30% necesario para, como mínimo, rebajar el umbral de aceptación y sacar adelante una segunda opa.

El BBVA lo aceptó con deportividad y Carlos Torres compareció el viernes para explicarse. La entidad le quita dramatismo, y es lo que debe hacer. Si la opa no sale, no pasa nada, “tenemos un bancazo”, había dicho hace unos meses, y así se lo tomó. Para demostrarlo, anunció un refuerzo del plan de dividendos para premiar a sus accionistas. Los inversores lo valoraron, y lejos del drama por el final de la opa, el viernes premiaron al banco de origen vasco con una subida en la bolsa del 6%.

El Sabadell lo celebró y lo encajó como un refuerzo de su proyecto en solitario, que ha defendido durante estos 17 meses con una gran mejora de resultados. El presidente de la entidad vallesana, Josep Oliu, calificó el resultado de la opa como “la mejor salida para todos”, y no podía haber estado más acertado.

La supervivencia del Sabadell es, indudablemente, una gran noticia para Catalunya, sus pymes y empresas y sus ciudadanos, pero también para los del conjunto del Estado, porque mantiene a un jugador más en la partida. Tras el recorte del número de entidades en las últimas dos décadas, la reducción de competencia que hubiera supuesto la desaparición de un banco como el Sabadell hubiera sido significativa, especialmente para las empresas, pymes y autónomos.

Para la entidad, el reto ahora es generar todo el valor que han prometido a sus accionistas con menos activos, ya que vendieron TSB al Santander para poder darles el caramelo de un atractivo dividendo extraordinario. El Sabadell se ha puesto el listón alto, después de un año y medio de una gran mejora de los resultados gracias a una intensa actividad comercial. En 2024, el banco que dirige César González-Bueno ganó más de 1.800 millones de euros, un 37% más, y en la primera mitad de este 2025, ya ha rozado los 1.000 millones de ganancias, un 23% más.

La evolución de los resultados del banco será lo que marcará las prometidas mejoras del valor de la acción, que quizás deban esperarse a medio y largo plazo, ya que a corto plazo, el Sabadell sufrió una importante caída del 6,8% el viernes. Era de esperar, ya que las empresas que son objeto de una oferta pública de adquisición de acciones suelen inflarse.

El Sabadell tiene ahora el reto de generar todo el valor que han prometido a sus accionistas, pero sin TSB

También es positiva la continuidad del BBVA como el banco que es ahora, que capitaliza más de 95.000 millones de euros en la bolsa española y está diversificado geográficamente. Un antiguo directivo de la entidad, y también del Sabadell, había expresado en privado una opinión que contradecía la mayoritaria: lo mejor que le podía pasar a Torres era que la opa no saliera. Podría culpar a las injerencias del gobierno español y no tendría que aventurarse en una compra difícil de digerir, con todo el mundo en contra.

Probablemente tenía razón. La derrota del BBVA ha sido sonora, no es lo mismo conseguir un 40% de aceptación y renunciar a una segunda opa para no destruir valor del banco para los accionistas que quedarte en un 25%. Pero el BBVA es uno de los bancos más grandes de Europa, rentable, muy digitalizado –y, por lo tanto, mejor preparado que otros para afrontar la competencia de los neobancos– e internacionalizado, aunque este último rasgo le ha jugado malas pasadas, como en Turquía –también el británico TSB trajo muchos quebraderos de cabeza al Sabadell.

Durante la opa, en la batalla de argumentos y declaraciones entre ambas entidades para ganar la guerra, en el banco catalán destacaron mucho la mexicanización del BBVA. Jordi Casas, de la Asociación de Accionistas Minoritarios del Banco Sabadell, dijo en numerosas ocasiones que no querían ser accionistas de un banco mexicano. Este hecho, sin embargo, es más una virtud que un defecto.

De los 10.054 millones de euros que ganó el año pasado la entidad que preside Carlos Torres, más de la mitad, casi 5.500 millones, se los embolsó en el país norteamericano. Si bien es cierto que es una exposición muy alta, y que un empeoramiento de la situación del país o del negocio del BBVA allí puede ser muy duro para su cuenta de resultados, también lo es que es una economía muy potente y emergente.

El BBVA es uno de los bancos más grandes de Europa, rentable, muy digitalizado e internacionalizado

“México está condenada al fracaso”, explicaba un empresario hace unos meses hablando de la exposición del BBVA en el país. Tiene 130 millones de habitantes, 2,6 veces más que España, y su crecimiento es muy alto. A principios de los años 60 del siglo pasado, ambos países tenían una población similar, y en los últimos quince años, mientras España ha ganado 2 millones de habitantes, México ha ganado casi 20.

Su economía también va al alza, aunque este año se ha moderado. En quince años ha duplicado su PIB, superando a España. Su vecindad con los Estados Unidos tiene mucho que ver y se ha convertido en su fábrica. Los aranceles y amenazas de Donald Trump se están notando con un menor crecimiento, cosa que también pasa en Europa, pero los resultados del BBVA en México siguen mejorando.

En España, los resultados del banco de origen vasco también son muy buenos, y registran crecimientos mucho más altos, por encima del 20%, este 2025. Es una entidad con mucha penetración y cuenta con una amplia red de oficinas. Por lo tanto, que se centre en el negocio también es una buena noticia para los clientes tanto españoles como catalanes. Es mejor tener dos buenos bancos que uno solo.