La inestabilidad geopolítica en Europa y las tensiones comerciales entre EEUU y China parecen haber eclipsado el impacto del Covid-19 en el comercio mundial; sin embargo, las lecciones de la pandemia permanecen. Las cadenas de suministro deben agilizarse para superar los desafíos, el control del flujo logístico es clave para la seguridad económica global y el libre flujo de bienes depende esencialmente de relaciones estables y de evitar la desconfianza entre países.

El sector logístico es una parte integral de cada negocio y una palanca para el crecimiento y la competitividad. Una logística efectiva desarrolla la economía y una logística eficiente reduce costes en exportación, importación y distribución.

La logística es una industria de 4.3 billones de dólares que afecta a casi todos los países del mundo, y que mantiene la red de servicios que respalda el movimiento físico de bienes dentro y fuera de las fronteras. Comprende una variedad de actividades que incluyen transporte, almacenamiento, corretaje, entrega urgente, operaciones de terminal o gestión de datos e información. La eficiencia con que los bienes pueden moverse a través de estos sistemas hacia sus destinos finales es un factor clave para las oportunidades comerciales de un país.

En esta nueva dinámica China empieza a ejercer una mayor influencia en el comercio mundial, desde el lanzamiento de su Nueva Ruta de la Seda, una iniciativa con una inversión de  multi-billones de dólares con el objetivo de reformar el comercio intercontinental a través de una nueva red de conexiones marítimas y de tierra entre Asia, Europa y África, basado en las antiguas rutas comerciales.

El sector se enfrenta a varios retos, especialmente la digitalización, la dependencia energética y la sostenibilidad. Se espera que el sector de logística inteligente alcance los 46.200 millones de dólares en 2025, con una tasa de crecimiento anual del 11%. Por otra parte, el 23% de las emisiones de CO2 se atribuyen al transporte, por lo que es fundamental impulsar estrategias para mejorar las cadenas de suministro y descarbonización .

En el Mediterráneo es fundamental conseguir infraestructuras de transporte adecuadas, modernas y bien gestionadas, y crear una cadena de suministro eficiente para facilitar el comercio y la competitividad. Es precisa una visión estratégica compartida por los actores públicos y privados. Un enfoque organizativo sostenible y planificado del territorio, articulado con una nueva política industrial reorientada sobre los intercambios europeos, mediterráneos y africanos.

La ubicación estratégica del Mediterráneo es única para facilitar el comercio y la logística global, pero es necesario desbloquear su potencial económico. Apostar por la integración y construir una estrategia unificada que fomente las inversiones. El momento es crucial, Europa y el Mediterráneo se enfrentan a nuevos equilibrios de poder fuera de su alcance político, económico o militar por lo que deben reaccionar con una visión compartida.

Barcelona, por su situación geográfica, capacidad e infraestructuras, puede consolidarse como gran plataforma del sector logístico si se prepara para los retos que se avecinan. La apuesta por las infraestructuras debe ser prioritaria, especialmente el corredor mediterráneo, y la creación de redes y servicios logísticos de mayor eficiencia.

Es posible transformar Barcelona en un centro logístico que equilibre la integración global y la capacidad de respuesta local. Convertir la ciudad en un modelo que sirva tanto a las organizaciones internacionales y regionales como las grandes empresas multinacionales como sede y base natural para cubrir o ampliar su expansión en mercados vecinos y como centro de enlace para toda la región mediterránea

Las tensiones geopolíticas son desafiantes, pero de alguna forma, siempre existirán. Los países del Mediterráneo pueden proteger sus economías y generar prosperidad con una visión y una estrategia compartidas. La logística hace que todo esto sea posible.