El término Medicina Personalizada de Precisión (MPP) se utiliza para definir todas aquellas intervenciones médicas que tienen en cuenta el perfil genético y/o molecular de cada paciente de forma individual; de manera que se pueda establecer un abordaje médico dirigido, más eficiente y de forma más individualizada. Su integración en la práctica clínica supone un cambio de paradigma en la actividad asistencial, una transformación de la toma de decisiones clínicas, dando más protagonismo a intervenciones de medicina preventiva, diagnósticas y terapéuticas más eficaces y seguras. Para poder beneficiarnos de la MPP, es necesario utilizar datos ómicos que permitan el genotipado de enfermedades. Y aquí está donde toma relevancia la farmacogenómica, es decir, el análisis genético del paciente para poder ofrecerle un tratamiento a medida.

En| Europa, Francia, Reino Unido y Alemania son considerados los países pioneros en la implementación de la MPP en práctica asistencial. Aunque en España no hay una estrategia nacional para abordar la MPP, sí que existen estrategias regionales. Por ejemplo, Catalunya, considerada la comunidad autónoma puntera en MPP, ya cuenta, desde el 2021, con un Programa de Oncología de Precisión. Este plan ha servido no solo para identificar las áreas claves donde poner los esfuerzos en oncología, sino también como ejemplo para poder abordar el tratamiento de precisión de otras enfermedades, teniendo en cuenta la importancia de criterios como el impacto y la factibilidad de las posibles intervenciones.

¿Ahora bien, es eficiente, para la Seguridad Social, proponer la MPP para el abordaje clínico de ciertas enfermedades?

Uno de los puntos en que radica el éxito de la MPP está en la integración, además de personal médico, de otros profesionales, como por ejemplo, farmacéuticos y biólogos, en las intervenciones asistenciales. Así pues, es evidente que los costes de cada intervención individual serán mucho más elevados que los de las terapias tradicionales. Sin embargo, esta conclusión es muy superflua y hay que hacer un análisis más en profundidad para determinar si la MPP puede llegar a ser coste eficiente para nuestro sistema de salud pública actual. Es evidente que, como objetivo secundario de la aplicación de la MPP para la sanidad pública, encontremos la optimización del gasto sanitario para hacer el sistema el más sostenible posible.

Aunque pueda parecer cara, ya hay tratamientos de Medicina Personalizada de Precisión (MPP) en oncología donde ya ha demostrado ser coste-eficiente para nuestro sistema de salud pública

Haciendo un análisis más en profundidad, por una parte, encontramos la industria farmacéutica, que necesita un cambio de paradigma. La estrategia del modelo blockbuster (pocos medicamentos con ventas superiores a los mil millones de dólares) ya hace años que está caducada y hace falta un cambio de rumbo. Aquí está donde entra la MPP y los productos médicos individualizados (muchos medicamentos con ventas mucho más bajas cada uno). Las patentes de los medicamentos blockbuster ya han caducado y, aunque la MPP segmenta el mercado y acota el número de potenciales pacientes, es necesario invertir en este sentido. A pesar de la evidente elevada inversión en el desarrollo de las MPP que a priori podría desincentivar el interés de las farmacéuticas, aspectos secundarios, como son una aprobación más rápida, un posible precio superior, y una diferenciación técnica con respecto a otros productos, las motivan a seguir por este camino. Por otra parte, encontramos el sistema de sanidad pública. A pesar de la demostrada eficacia que la MPP puede tener para varias enfermedades, el elevado coste de estos tratamientos podría limitar el acceso a múltiples pacientes. La sanidad pública tiene unos recursos limitados y, a menudo, podríamos pensar que hay que priorizar.

Pero aquí está donde entra el concepto de AVAC, es decir, años de vida ajustados por la calidad. El AVAC es un parámetro de medida de la eficiencia de las intervenciones sanitarias teniendo en cuenta no solo criterios médicos sino también económicos. En España, se puso en el 2021 un umbral de AVAC de 30.000 €; es decir, para que un tratamiento resulte coste-eficiente, no tiene que sobrepasar este límite. Si subdividimos según patologías, en enfermedades crónicas, como el Alzhéimer o la depresión, los valores de AVAC actuales, con los tratamientos convencionales, son muy elevados. Se espera, por lo tanto, que la MPP pueda introducirse de aquí una vez demostrada su eficacia, ya que podría reducir muchos años de terapias innecesarias o inadecuadas, que comportan muchas comorbilidades que, para la sanidad pública, representan unos costes muy elevados. Por el contrario, en oncología, a pesar de que los valores de AVAC son menores, ya hay tratamientos de MPP, como por ejemplo en cáncer de mama, con demostrada superioridad con respecto a los tratamientos tradicionales. Por lo tanto, la MPP ya ha demostrado ser coste-eficiente para nuestro sistema de salud pública.

En definitiva, la implementación de la MPP ya es una realidad. Si bien tiene implicaciones éticas que podrían obstaculizar su aceptación por parte de la sociedad, un análisis profundo demuestra cómo estos tratamientos mucho más caros a simple vista permitirán ahorrar a la sanidad y, en consecuencia, podrán ir ocurriendo las terapias de primera línea de muchas patologías diferentes.