La sequía fue una compañera habitual en los medios de comunicación en las semanas previas a las elecciones municipales. Estas han pasado, pero la sequía se queda.

El cambio climático, con temperaturas más altas y pluviometría irregular, ha convertido el déficit hídrico en un problema estructural qua afecta a unos territorios más que en otros de nuestro país. En el último día del mes de mayo, la reserva en las cuencas internas se situaba en el 25,56%, mientras que en la cuenca del Ebro los pantanos catalanes se encontraban en el 36,06%. Aunque ha habido lluvias durante las últimas semanas, los embalses de las cuencas internas solo han subido hasta el 27% de su capacidad, unos niveles que no se veían desde el episodio de sequía de 2008. El periodo de sequía y calentamiento están provocando un estrés sobre el recurso hídrico y los ecosistemas. El cambio climático es más evidente en Catalunya, pues en 2022 la temperatura aumentó un 2,4 ºC de media.

Más de 6 millones de personas en Catalunya están en estado de excepcionalidad, decretado por la Agencia Catalana del Agua, y con medidas restrictivas. El déficit hídrico es un problema estructural.

Las soluciones que se requieren no tienen que ser para cubrir situaciones de emergencia, sino que tienen que ser soluciones de presente y futuro. Nos guste o no, estamos inmersos en un ciclo vicioso como consecuencia del cambio climático. El calentamiento global, la crisis hídrica, la pérdida de biodiversidad, etc. Como sociedad, estamos obligados a replantearnos el sistema y el concepto del agua, ya que estamos entrando en una rivalidad en su consumo. Abrir el grifo tiene costes que tienen que repercutir, no es gratuito. ¿Hay que revisar el modelo de tarifa? Aunque hay municipios que disponen de una tarificación progresiva, ¿se tendría que establecer en todos los municipios? Tenemos un sistema obsoleto del modelo del agua donde se han infravalorado los costes de producción y distribución.

La forma de gestionar el agua ante una sequía estructural requiere una nueva organización de las administraciones locales que den una respuesta más audaz y ágil a las necesidades actuales y futuras. Una administración que dé el peso que hace falta a la gestión del agua, un sector que ha acumulado un déficit de inversión en resiliencia en el territorio catalán. Y también hay que revisar el modelo tarifario con el fin de incluir todos los costes asociados a los retos actuales que presenta la gestión del agua. Hasta ahora hemos infravalorado el agua y se ha acumulado un déficit de inversión en resiliencia en nuestro territorio catalán. ¿La gestión del agua tiene que ser pública, privada o pública-privada?

Retos y oportunidades para hacer frente a la falta de agua

La situación de sequía y su déficit en infraestructuras está provocando llevar a cabo obras de emergencia que supondrán una movilización de más de 1.000 millones de euros a Catalunya. Los últimos 10 años no se había podido invertir casi nada desde el ACA, porque tenían un déficit muy importante que dificultaba las inversiones. La ejecución de las infraestructuras para hacer frente a una sequía estructural necesita de la colaboración público-privada.

El Plan de Gestión del distrito de cuenca fluvial de Catalunya (cuencas internas) del Agua para el periodo 2022-2027 del Govern incluye inversiones para asegurar que en seis años el recurso disponible del agua crezca un 30% con 182 hm3 de agua para el consumo que provendrán de la desalinización, reutilización, mejora de eficiencia, etc. Se prevé una inversión superior a los 2.437 millones de euros, donde la Agencia Catalana del Agua aportará 1.428 millones. La inversión se complementará con Fondos europeos a través de un PERTE que permitirá gestionar 15 proyectos concretos avanzando la planificación de 5 años a un año y medio. Las grandes infraestructuras requieren grandes inversiones y hay que acelerarlas.

Las administraciones locales (como consejos comarcales, diputaciones, ayuntamientos y ente reguladores) no han sido conscientes de que entrábamos en una sequía estructural y, por lo tanto, con el riesgo inherente de que el agua se podía acabar. La falta de actividades de mantenimiento y de inversión ha empobrecido la infraestructura disponible. El modelo de gestión del recurso ya no es adecuado.

La aplicación de modelos circulares en la gestión del agua otorga al agua regenerada una especial relevancia como solución sostenible para garantizar la resiliencia hídrica de las ciudades. Es una de las soluciones a corto plazo que permite potabilizar las aguas del Llobregat, como ya se está realizando con una parte del caudal de la estación depuradora de aguas residuales (EDAR). La desalinización es un sistema también a considerar como solución, pero el coste se puede duplicar y triplicar con el añadido del consumo energético que requiere para tratar el agua.

La reutilización del agua nos permite liberar recursos y nos podemos ayudar con la tecnología disponible. Hay que seguir mejorando la detección y reparación de escapes. A pesar de las pérdidas por este motivo, en Catalunya, está ya por debajo del resto del Estado y de Europa.

Con respecto al uso doméstico del agua, que representa un 18% del consumo, en los últimos años se observa una reducción del consumo per cápita pasante de unos 140 litros por persona y día en Catalunya en 115, y de 125 litros por persona y día al Àrea Metropolitana de Barcelona en 105.

Actualmente, las depuradoras recogen las aguas urbanas y la industrial. Una posible actuación para hacer el proceso más eficiente sería separarlas y tratar cada caudal en función de su destino (uso pre potable, agricultura, limpieza de calles, industria, etc.)

Modernizar y ser más eficiente en el uso del agua por parte de la agricultura (que supone un 70% del consumo) comporta que la inversión requerida la tenga que afrontar el agricultor pero este tiene que tener seguridad jurídica a largo plazo. La utilización del agua regenerada a la agricultura liberaría recursos. Como ejemplo tenemos Israel donde el 90% del agua utilizada por la agricultura es regenerada. También nos tendríamos que preguntar qué cultivamos en nuestro territorio identificando los cultivos más óptimos, en términos hídricos, de coste-beneficio.

La dificultad adicional es la propia gestión del territorio. El uso del agua para la agricultura en la cuenca del Ebro es diferente al uso de las cuencas internas. Por lo tanto la gestión política tiene que ser diferente.

A la industria, que supone un 10% del consumo del agua, se le aplica diferente canon si se utiliza agua regenerada o agua potable.

En momentos de sequía, la industria aumenta sus costes, y se pueden provocar graves problemas en las cadenas de suministros así como una reducción en el PIB. El ejemplo lo tenemos en Alemania, donde los barcos de carga, dependiendo del primordial del río, han tenido que reducirla a un 30%, aumentando los costes. En el 2018 se estimó que la sequía había provocado una reducción 0,2% en el PIB alemán.

Con respecto al turismo, la sequía está produciendo una redirección de los flujos turísticos, así que tenemos que esperar las deslocalizaciones cabe el norte. En paralelo la industria hotelera está invirtiendo para implementar procesos que reduzcan la huella hídrica en un escenario de aridez estructural.

Con la ley de emergencia, medidas extraordinarias y urgentes para afrontar la sequía en Catalunya (Ley 9/2023), por primera vez el Parlamento ha establecido de forma detallada todas las acciones de emergencia para llevar a cabo. El no cumplimiento de estas medidas tendría que tener una exigencia por parte del ciudadano.

En frente del recurso escaso como el agua, tenemos que aumentar la eficiencia con la tecnología disponible para utilizar el agua regenerada, optimizar las redes de canalizaciones. Hacer una buena captación del agua y ser eficientes en su uso. El sistema se podrá optimizar si las inversiones a realizar en Catalunya se hacen bajo una seguridad jurídica, fiscales y tecnológicas (con big data, inteligencia artificial que mejoran la eficiencia), dándole valor al recurso hídrico. Tiene que llegar a todos los estamentos de la sociedad que el agua es un bien escaso.

Para evitar grandes pérdidas económicas en el sistema productivo y en aquellos sectores vinculados más al recurso del agua (agricultura, industria y turismo) se necesita de una planificación estratégica coordinada. ¿Cómo tendría que funcionar el mercado del agua? ¿Cuál tendría que ser el mecanismo de mercado para recuperar las inversiones en las infraestructuras y como retribuirlas?

¿Cómo lo están gestionando otros países?

En California se crearon las infraestructures necesarias de embalse en torno al acuífero más importante –Valle de San Joaquín– permitiendo permeabilizar el suelo para llenarlo delante de inundaciones. Las lluvias torrenciales en el mes de marzo del 2023 han llenado el acuífero disponiendo de agua para un año. Además, California tiene un índice de precios de agua, en octubre del 2022, fue de un máximo de 1.200$, y actualmente está por debajo de 600$. El mercado ha dado señales adecuadas permitiendo que la oferta y la demanda estén controladas.

En Israel, el 90% de agua utilizada por la agricultura es regenerada. En Francia se modernizaron las infraestructuras, reduciendo los escapes y reutilizando las aguas residuales.

Tanto Italia como Francia se han implementado medidas que pasan por reutilizar un 10% de las aguas residuales, estableciendo una tarificación progresiva, como ya tiene la mayor parte de los municipios de Catalunya, para provocar un cambio de hábitos en el consumo del agua. Medidas de limitación al regar jardines, campos de golf, llenar piscinas o lavar los coches. Ciertas reservas de agua se pueden utilizar solo por seguridad civil o saneamiento.

Cada territorio tiene su particularidad y probablemente las soluciones no se pueden replicar de un país a otro, pero sí que nos pueden ayudar a encontrar las óptimas a aplicar en el nuestro.

¿Seremos capaces de aumentar la resiliencia hídrica en Catalunya con las inversiones que son necesarias para mejorar las infraestructuras?

¿Se encontrarán todos los recursos necesarios para llevar a cabo las inversiones en infraestructuras?

¿Se tiene que cambiar la legislación de cómo se regula el uso del agua?