A todos quienes estén interesados en el fenómeno del emprendimiento, recomiendo leer con detenimiento el último informe GEM España 2022/2023, realizado desde el Observatorio del Emprendimiento de España. Hay infinidad de datos de interés y, al ser un observatorio internacional, permite comparar datos con otros países. Además, la base muestral del estudio le otorga una enorme validez estadística.

De su lectura y análisis de los datos, me quedo con una serie de conclusiones. La primera es que hay un desfase demasiado elevado entre la actividad de innovación que se observa en España y la de emprendimiento. En el panorama internacional, destacamos como un país con una gran capacidad de innovación y, sin embargo, con poco emprendimiento. El motivo es bien claro. España no ofrece un marco y un contexto que favorezcan la innovación.

Además de emprender menos que otros países, resulta que las motivaciones son las que bauticé en El libro negro del emprendedor como emprendedor “huida hacia adelante”. Es decir, aquellas personas que emprenden para ganarse la vida. En las distintas investigaciones que he llevado a cabo sobre emprendimiento, he ido constatando que el motivo inicial no es explicativo del éxito o fracaso posterior. Pero, en cambio, la motivación, entendida como las ganas, ilusión, convencimiento y afán de lucha por sacar adelante el negocio de nueva creación, sí lo son.

El asunto es que cuando el motivo es el de “emprendo porque no encuentro trabajo”, la motivación real suele ser más baja que cuando el motivo es verdaderamente empresarial. En España, casi tres de cuatro personas que han emprendido declaran que su motivo era poder trabajar. Y este dato vale la pena ponerlo en relación con otro que ofrece el informe, y que tiene que ver con el grado de detección de una verdadera oportunidad de negocio que justifique la acción emprendedora.

Dos tercios de los entrevistados declaran haber emprendido sin percibir una oportunidad clara de negocio. Pongan ambas cosas juntas: emprendo porque no me queda otra y tampoco tengo clara la oportunidad de negocio que mi emprendimiento debe capturar. Como resultado, tenemos que, a los tres años y medio, siguen vivas solo el 7% (lo que el estudio llama empresas consolidadas) y, por tanto, por diferencia, el 93% han echado la persiana.

Nuestro emprendimiento es, en general, muy básico. El sesenta por ciento de los negocios que creamos en España son del sector servicios (retail y consumo, montar un bar o una tienda, vamos) o servicios a otras empresas (el llamado B2B). El 90% de las iniciativas tienen un nivel tecnológico bajo. No es de extrañar, por tanto, que sea tan difícil consolidar un negocio de nueva creación.

Desde siempre he afirmado que animar a emprender a alguien es un asunto muy serio. No podemos empujar a tanta gente al abismo de un cierre. Hace falta prepararse muy bien, saber el capital necesario que se va a precisar, conocer cuál es verdaderamente la oportunidad de negocio.

En su discurso de investidura fallida, más allá de que estuviera mejor o peor porque en política nunca voy a entrar y no tengo color político, Feijóo afirmó que entre sus medidas económicas estaría la de que durante los dos primeros años los emprendedores de nueva creación no pagasen impuestos. A ver. Los emprendedores han de pagar impuestos como cualquier hijo de vecino, pues de lo contrario se está incurriendo en dumping fiscal.

Imaginen dejar exento de IVA o de impuesto de sociedades a un bar que abre frente a otro que, como lleva años en marcha, ha de pagar todos sus impuestos. Automáticamente, el nuevo bar podría ofrecer consumiciones un 50% más baratas, ganando lo mismo que el de delante. Resultado, el bar que ya existía acabaría cerrando por la desventaja en el que se le deja. Se llama competencia desleal.

No, las cosas no van por ahí. Un emprendedor no necesita que le perdonen los impuestos. Necesita formación, coberturas de riesgo del capital familiar (el 70% del emprendimiento se hace con dinero del hogar), alternativa de coberturas sociales en caso de que su proyecto fracase. Y, sobre todo, un contexto de oportunidades.

Emulando al título de la película No es país para viejos, diría que No es país para emprendedores. Por eso, en España, tres de cada cuatro personas aspiran a ser funcionarios. Emprender en España es un problema.