Muchos hogares se enfrentan en vacaciones a la preocupación de cómo mantener el equilibrio financiero en medio de los gastos adicionales que esta temporada conlleva. Y es que este año ha sido especialmente complicado desde el punto de vista financiero. La persistente inflación y el aumento considerable en los precios, especialmente en suministros, han afectado significativamente a los bolsillos de la mayoría de familias. Además, la continua subida de los tipos de interés ha puesto presión adicional sobre aquellos hogares con hipotecas a tipo variable, dificultando así su economía doméstica y su nivel de ahorro.

El periodo vacacional, en especial, nos invita a evaluar cómo hemos gestionado nuestras finanzas y también cómo hemos cuidado nuestra salud en los últimos meses. Quizás nos lamentamos si no hemos sido suficientemente disciplinados para ahorrar y disfrutar ahora de estas merecidas vacaciones sin que ello suponga tener que estrecharnos el cinturón los próximos meses. No solo nos acordamos de nuestras finanzas y de cómo mantener una buena salud financiera, sino que también ponemos la atención en nuestra alimentación y nuestro aspecto físico. Después de todo, cuando estamos de vacaciones queremos disfrutar de nuestro tiempo de descanso, sin la necesidad de preocuparnos por la alimentación, los precios o, en definitiva, por nuestro bolsillo o apariencia física.

Y es que salud financiera y salud alimentaria comparten más similitudes de las que parecen a simple vista. De hecho, el estrés es un factor determinante que impacta seriamente en la salud de las personas y según la American Psychological Association (APA), los temas económicos y financieros se sitúan en la cima de los factores que más estresan a los ciudadanos estadounidenses.

Es importante destacar que tanto en la economía doméstica como en una alimentación saludable, resulta esencial contar con un plan bien estructurado. Al igual que un presupuesto bien estructurado es esencial para gestionar nuestras finanzas, la planificación de comidas y la compra inteligente de alimentos son cruciales para mantener una alimentación nutritiva. La falta de organización y disciplina en ambas áreas puede llevar a resultados negativos, como deudas excesivas o una dieta poco saludable y desequilibrada. Además, en ambas áreas, se valora la inversión en el bienestar a largo plazo y la planificación para el futuro es crucial. Tanto las finanzas como la alimentación buscan el equilibrio a largo plazo para evitar problemas y desajustes, manteniendo así una salud financiera y un cuerpo en buena forma cada día.

Paralelamente, la creación de riqueza y el logro de una buena salud comparten un elemento crucial: la necesidad de cultivar buenos hábitos. De hecho, en ambos campos, los hábitos saludables son los que realmente nos llevan a cumplir los objetivos propuestos. En el ámbito financiero, el hábito del ahorro juega un papel crucial para acumular riqueza y la estabilidad económica, mientras que, de forma similar, para alcanzar un cuerpo sano y vigoroso, es fundamental establecer buenos hábitos de alimentación que proporcionen a nuestro organismo todos los nutrientes necesarios y de forma equilibrada.

Y no podemos obviar que para ello, ambos objetivos demandan de una disciplina constante y una gran dosis de paciencia, porque ni un gran patrimonio se construye de la noche a la mañana, ni el aumento de peso ocurre en un solo día. Porque cuando hablamos de salud, ya sea física o financiera, es algo que se consigue con el tiempo, con constancia, disciplina y perseverancia. Porque, por más que busquemos no existen loterías ni inversiones altamente lucrativas, ni pastillas mágicas o dietas milagrosas que nos lleven al estado deseado de la noche a la mañana.

La gestión de las emociones es un factor clave en ambas áreas. Una gestión para evitar los antojos o abusar de alimentos poco nutritivos en el campo de la alimentación o bien, controlar las compras impulsivas y evitar los gastos excesivos que afecten a nuestro bolsillo, son básicos para lograr los objetivos propuestos. La gestión emocional para el autocontrol y así mantenerse fiel al presupuesto y a una dieta saludable, son el pilar de un estilo de vida saludable.

Pero es evidente que para ser capaces de generar riqueza y tener un estilo saludable en ambas áreas es también necesario unos conocimientos adecuados. Aunque el dinero es una parte fundamental de nuestra vida diaria, al igual que la alimentación, sorprendentemente los niveles de educación en estos aspectos siguen siendo bajos. El aumento de nuestros conocimientos nos capacita para tomar decisiones financieras óptimas, de la misma manera que una mayor comprensión en nutrición nos permite seleccionar una dieta equilibrada, libre de alimentos procesados y altos en azúcares y grasas poco saludables.

Sin embargo, a pesar de la notable evolución que han experimentado la economía y la sociedad a lo largo de la historia, resulta inevitable reflexionar sobre el panorama que afrontan las nuevas generaciones quienes enfrentan un escenario distinto al de sus progenitores con menos oportunidades y un mercado laboral más difícil. Además, paradójicamente, a pesar de disponer de mejor educación, mayores recursos y avances, también se enfrentan a un aumento significativo de trastornos alimentarios, problemas de obesidad y sus enfermedades asociadas, lo cual repercute negativamente en su calidad de vida.

Es innegable, pues, que la salud financiera y salud alimentaria están interconectadas y desempeñan un papel crucial para alcanzar una vida plena y equilibrada, enfocada en mejorar la calidad de vida y el bienestar en general de los ciudadanos. En una sociedad cada vez más consciente de la importancia del bienestar integral, es de vital importancia comprender y trabajar hacia un enfoque de la salud que va más allá de mantener simplemente un cuerpo físicamente en forma, incluyendo también la salud financiera en esta ecuación.