Hace veinticinco años, cuando el fenómeno de la globalización daba sus primeros pasos, se puso muy de moda un término de esos que tanto gusta en el mundo del management anglosajón, sin página en el diccionario y fusión de otros términos. La palabra en cuestión era “glocal”, y surgía de fusionar global y local.

Lo que se venía a propugnar era que las empresas debían pensar globalmente aunque actuasen localmente. Es decir, que la globalización no suponía necesariamente estar presente en otros países como marca, fabricante o distribuidor, sino que incluía dos elementos que, con el tiempo, podían ser relevantes para la supervivencia de los negocios.

En primer lugar, la forma de pensar. En negocios, la forma de pensar incluye la estrategia, el modelo de negocio, la cadena de valor o la ventaja competitiva. En segundo lugar, elementos tales como alianzas clave y el establecer contactos con posibles proveedores.

Curiosamente, la crisis de suministros, acompañada de inflación, ha propiciado un marco competitivo donde lo “glocal” se ha revelado como un factor clave de supervivencia y de competitividad. El 94% de las empresas industriales españolas se ven afectadas por la escasez de recursos. Esta misma semana, trascendía una noticia alarmante: había escasez de cisplatino, fármaco para el tratamiento de enfermedades oncológicas mediante quimioterapia.

Faltan metales, faltan componentes, faltan personas, falta energía y, ahora también, falta agua. La escasez pone presión sobre los precios de coste y, estos, a su vez, sobre la inflación. El control de la inflación en este 2024 no es solo necesario. Es, como dicen los ingleses, mandatory. O el Banco Central Europeo ve la inflación reducirse o se negará a bajar los tipos de interés. Y tanto familias como empresas necesitan ver una bajada de los costes de financiación de manera urgente. Y ya no digamos el sector inmobiliario. Las firmas de hipotecas siguen a la baja.

Un empresario, gracias a una red de colaboración establecida localmente desde España, cuando sus precios de coste se dispararon un 400%, pudo asegurarse la materia prima y arrasó a la competencia 

En esta tesitura, ser glocal ha salvado a algunos negocios, pequeños y grandes, del país. Esta semana, invitado por la Asociación de la Empresa Familiar de Aragón, que celebraba su asamblea general, un empresario de una de las más importantes empresas españolas del sector de la alimentación, me explicaba que esa aproximación glocal no solo le había salvado del control de los costes y asegurado la cadena de suministros, sino que le había permitido arrasar a su competencia. Llevaba años tejiendo redes de colaboración, de información e incluso de ayudas a países en desarrollo en los cuales se obtenían materias primas clave para dicha empresa.

Arranca la crisis de suministro y los precios de coste de los ingredientes clave de sus productos se disparan un 400%. Gracias a una red de colaboración establecida localmente desde España, pero pensada globalmente, no para vender ni para facturar, sino para colaborar, ayudar y conocer, la empresa pudo, rápidamente, iniciar un canal de suministro alternativo que le aseguró materia prima y subidas de precio muy inferiores a las que se estaban produciendo en los canales ordinarios de distribución e importación.

Cuando estalló la guerra de Ucrania, la Unión Europea pudo redefinir todo el esquema de abastecimiento de gas de Europa. Esto, veinte años atrás, habría sido imposible lograrlo en ocho meses.

Pues ser glocal es lo mismo, pero a pequeña escala. Sea una gran empresa, sea una pequeña empresa, el mundo está tan revuelto, los mercados tan locos, los precios tan erráticos y la escasez tan repentina e inesperada, que toca estar en otros sitios a pesar de tener un negocio local. No importa si hablamos de industria o servicios. Incluso en el sector turístico.

La tecnología y la digitalización permiten saltarse los canales mayoristas y las redes de distribución internacionales. Se consiguen mejores precios yendo a un fabricante o productor en origen que no a través de los grandes operadores mundiales que, en escasez de materias, hacen su agosto.

Atendemos a una globalización de one to one, fragmentada, de redes directas, de desintermediación. Lo nunca visto.

Be glocal, my friend.