La expresión “estar sin norte” significa estar desorientado, no saber a dónde se dirige uno, ir a la deriva y, en empresa y economía, es sinónimo de no tener los objetivos claros. Encabezo mi columna de esta semana con un juego de palabras: Un BCE sin sur. Porque varios países del sur de Europa, como es el caso de España, empezamos a tener una inflación controlada (del 1,9%, a pesar de que la subyacente todavía tiene que bajar). Les aseguro que si esa hubiese sido la inflación de Alemania y Francia, esta semana Lagarde no habría comunicado una subida de tipos. Pero, claro, el Sur no existe, como vulgarmente se dice.

Y mi opinión es que, además, el BCE ha perdido totalmente el norte.

Y es que este pasado jueves asistimos a la novena subida consecutiva de tipos de interés del Banco Central Europeo. En su comunicado, la máxima autoridad monetaria de la zona euro rezó: “Los tipos de interés disminuyen, pero todavía están demasiado altos y prevemos que vayan a estar altos durante demasiado tiempo”. Y subió un cuarto de punto más, hasta situarlos en el 4,25%.

Tengo dos preguntas. La primera, ¿cuánto es demasiado altos? Sí, lo sé. El objetivo del BCE es que la inflación esté por debajo del 2%. Pero la inflación no es un fenómeno estático, sino un fenómeno vivo. Y tan importante como el dato del mes es la evolución del mismo. Si observamos la curva de inflación de la zona euro vemos una corrección fulgurante. La tendencia se ha revertido con la misma vertiginosidad que subió la inflación. La curva parece casi simétrica.

Por otro lado, tenemos a la zona euro en recesión técnica. No cayendo en picado, pero sí con una desaceleración suficientemente relevante como para que el empleo pueda verse afectado, si persiste.

El objetivo principal del BCE es la estabilidad de precios, pero desde hace tiempo que la entidad monetaria invade competencias de los mercados de capitales e incluso de las políticas económicas de los estados miembro a base de adquirir deuda.

¿Tiene sentido seguir castigando los bolsillos de los europeos con subidas de tipos, machacando literalmente a todas las familias con hipotecas referenciadas al Euribor y a los particulares y empresas que precisan de créditos o préstamos para funcionar? ¿Tiene sentido poner presión sobre el crecimiento económico cuando la inflación se desacelera a gran velocidad y la recesión está al borde de acentuarse por la atonía del consumo y la inversión que suponen la subida de tipos?

Plantear una subida de tipos con inflación y crecimiento económico cualquiera lo entiende. Conviene enfríar economías recalentadas. Pero no es el caso. Además, el origen de la inflación está relacionado con el comercio internacional, y no solo con la masa monetaria en circulación.

Creo que el BCE está gobernado y dirigido por técnicos, y que examinan demasiado las variables macroeconómicas, pero que no conectan con la realidad empresarial, comercial y de negocios. La inflación está remitiendo porque los costes de la energía se han reducido y porque la crisis de materias primas y componentes, así como de la cadena de suministros se han estabilizado. Por tanto, poner presión sobre los costes financieros de empresas y familias no sirve para nada.

Es cierto que hay parte de la inflación debida al exceso de liquidez que se inyectó en el sistema financiero para evitar un colapso durante la covid. Sí. Y que conviene detraer masa monetaria. Pero el BCE tiene otros mecanismos para ello, tales como reducir mucho más significativamente de lo que lo está haciendo las compras de deuda soberana, compras que un BCE no debería hacer porque no es esa su misión. Eso detraería liquidez a la vez que obligaría a los estados miembro a una mayor disciplina presupuestaria y a concentrarse en criterios de productividad y eficiencia. Les forzaría a, precisamente, tener que ofrecer rentabilidades mejores a la compra de deuda y dar buenas rentabilidades a los ahorradores que prestasen al Estado vía bonos, pagarés o letras del Tesoro. Una financiación más cara obliga a más disciplina presupuestaria.

Como resultado, tendríamos menos liquidez en el sistema, al ahorro que se va a la renta fija mejor retribuido, reduciendo la especulación en bolsa o criptomonedas y un coste de las hipotecas y préstamos privados menos gravosos para el bolsillo.

Pero el BCE sigue los pasos de la Fed porque no quiere ver caer el euro y porque hace semanas que está sin norte. Y también sin sur.