La inteligencia artificial generativa está provocando una transformación estructural en las dinámicas laborales y salariales de las empresas, con efectos particularmente adversos para los profesionales júnior. Esta es la principal conclusión de un estudio exhaustivo llevado a cabo por los profesores José Aznar y Mireia Giné de IESE Business School, conjuntamente con Javier Sanz-Espín de Toulouse School of Management. La investigación, que analiza datos de empleo y salarios de prácticamente todo el tejido productivo, ofrece una de las fotografías más completas hasta la fecha sobre el impacto laboral de las tecnologías cognitivas.

El trabajo, titulado AI Is Already Eroding Wages: Quasi-Experimental Evidence From Occupational Exposure, identifica la popularización de ChatGPT en noviembre de 2022 como momento crítico que ha acelerado y visibilizado tendencias. Los resultados cuantitativos son elocuentes: las empresas con mayor exposición a la IA experimentaron una caída media de los salarios del 7,7% tras la masificación de los modelos generativos. Incluso en una muestra más amplia que incluye todas las empresas expuestas a la automatización, la disminución salarial media fue del 4,5% respecto a las compañías menos afectadas por esta revolución tecnológica.

El colapso salarial de los perfiles de entrada

El estudio desagrega este impacto general y revela un fenómeno de desigualdad generacional dentro de las organizaciones. Los salarios iniciales del personal júnior registraron una caída del 6,3%, mientras que el nuevo personal de nivel intermedio vio reducidos sus ingresos en un 5,9%. Estos descensos contrastan con la tendencia observada en los perfiles sénior, los cuales no solo han mantenido su posición, sino que en algunos casos han experimentado incrementos salariales. Esta divergencia refleja, según los autores, un cambio estructural en la valoración de las competencias en el mercado laboral. Las habilidades técnicas básicas y las tareas rutinarias, tradicionalmente asignadas a los profesionales en formación, son precisamente las más susceptibles de ser automatizadas por los nuevos sistemas de IA. Por otro lado, la experiencia estratégica y la capacidad de gestión de recursos complejos ganan valor en un contexto de transformación digital acelerada.

El informe no se limita al análisis salarial, sino que explora también los cambios en la composición de las plantillas. Las empresas de los sectores con más exposición tecnológica han reducido la proporción de empleados júnior en una media del 4%, aumentando en la misma proporción la presencia de profesionales de nivel intermedio. Esta reconfiguración sugiere una tendencia preocupante: las organizaciones estarían reduciendo las oportunidades de aprendizaje y de desarrollo profesional inicial, optando por sustituir estas funciones con soluciones tecnológicas. La consecuencia, tal como advierten los autores, es la creación de un "escalón roto" en las trayectorias profesionales que podría comprometer la formación de la próxima generación de expertos.

"Si las empresas dejan de contratar aprendices hoy para aumentar la eficiencia a corto plazo, se arriesgan a crear una fractura en la escala profesional", afirman Aznar, Giné y Sanz-Espín. "Esto plantea cuestiones urgentes sobre cómo se formará la próxima generación de expertos en una era de cognición automatizada", añaden los académicos. Las implicaciones de estos descubrimientos trascienden el ámbito puramente económico e invitan a una reflexión sobre el futuro del trabajo y los modelos formativos. La tendencia actual podría consolidar una estructura laboral bipolarizada, con una base reducida de profesionales júnior, un cuerpo ampliado de empleados de nivel medio encargados de supervisar procesos automatizados, y una élite sénior que concentra la toma de decisiones estratégicas.

Los autores concluyen que, más allá de las oportunidades de eficiencia productiva que ofrece la IA, es necesario diseñar políticas empresariales y públicas que preserven los mecanismos de transmisión de conocimiento entre generaciones. La sostenibilidad de los sistemas productivos a largo plazo puede depender de la capacidad para integrar la innovación tecnológica sin sacrificar el capital humano emergente. Este estudio sitúa el debate sobre el impacto laboral de la inteligencia artificial en un terreno empírico sólido, proporcionando evidencia cuantitativa que debe servir de base para decisiones informadas tanto en el ámbito corporativo como en el diseño de políticas públicas de empleo y formación profesional en la era digital.