Durante la segunda jornada del cónclave, los cardenales electores escogieron al nuevo papa, que asumirá el pontificado después de la muerte de Francisco, que tuvo lugar el 21 de abril pasado. La tradicional fumata blanca se elevó desde la Capilla Sixtina y confirmó la elección del nuevo Santo Padre: el estadounidense Robert Prevost es el nuevo papa y adoptará el nombre de León XIV.
Lo más llamativo es que este nombre no cogió del todo por sorpresa a algunos. Semanas antes, la inteligencia artificial ya lo había anticipado. Consultada por Blu Radio, una de las emisoras de radio más escuchadas en América Latina y sobre todo en Colombia, sobre qué nombre podría adoptar al próximo papa, la IA respondió: "Si se busca una renovación con raíces históricas, Gregorio XVII o León XIV serían opciones fuertes". Y no se equivocó.
La elección del nombre León XIV no es casual ni meramente estética: representa un retorno a un nombre cargado de fuerza simbólica, tradición y solidez teológica. Remite inevitablemente a León XIII, uno de los pontífices más influyentes del siglo XIX, recordado por su profundo pensamiento social, plasmado en la encíclica Rerum Novarum, que marcó el inicio de la doctrina social de la Iglesia. Al adoptar este nombre, el nuevo papa no solo se inscribe en una línea histórica de papas firmes en doctrina y con fuerte presencia pública, sino que también podría estar mandando una clara señal de continuidad con este legado de compromiso intelectual y renovación desde las raíces.
El simbolismo de los nombres
Desde el año 533, cuando se estableció el uso sistemático de un nombre elegido al asumir el pontificado, algunos nombres han sido más recurrentes que otros. Estos son los más utilizados a lo largo de la historia papal:
- Juan, 23
- Gregorio, 16
- Benedicto, 16
- Clemente, 14
- Inocencio, 13
- León, 13
- Pío, 12
Existen varios criterios para escoger el nombre papal, entre ellos:
- Inspiración espiritual: como Francisco por San Francisco de Asís (pobreza y humildad).
- Continuidad o ruptura: Benedicto XVI escogió este nombre evocando a Benedicto XV (pacificador).
- Homenaje a predecesores: Juan Pablo I combinó los nombres de Juan XXIII y Pablo VI.
- Evitar nombres "controvertidos": como Pedro II (se considera inapropiado utilizar el nombre del primer papa).