Las familias españolas siguen mostrando un perfil muy conservador en sus inversiones. El año pasado, cuando el IBEX 35 subió el 22,8%, compraron directamente acciones por valor de 20.611 millones de euros, aunque destinaron casi 4.000 millones más a la adquisición de las populares letras del Tesoro (24.428 millones). Y, además, las ventas en títulos cotizados fue aún más importante, con un volumen de 25.216 millones de euros, según el estudio de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) sobre el comportamiento del inversor minorista en el mercado de renta variable que cumple ya cinco años.

Así, ni el buen comportamiento del mercado el pasado año motivó a los pequeños inversores a aumentar su presencia directa en la Bolsa. Su peso en las compraventas diarias es poco significativo. En 2023, las compras de los minoristas representaron el 7,4% del negocio total, mientras que su participación en las ventas se elevó hasta el 9,1% del conjunto de operaciones. Curiosamente, el año 2020, el del Covid-19 fue el de mayor presencia reciente de este tipo de inversor al alcanzar el 7,7% de las compras. El confinamiento fue un aliado para atender con más tranquilidad a las inversiones.

Los porcentajes son muy distintos en Estados Unidos, donde existe una mayor tradición de presencia de los pequeños en Bolsa. Así, durante 2020, fueron responsables del 25% de la negociación y son propietarios del 38% del mercado estadounidense, frente al 16% que representan las familias españolas en nuestra bolsa.

Volviendo al mercado español, en 2023, los minoristas efectuaron 3,2 millones de operaciones de compra y 3,5 millones de operaciones de venta, lo que supone un descenso del 11,7% y el 3,6%, respectivamente, frente a las cifras de 2022, si bien continuaron siendo superiores a la cifra registrada en 2019.

Este declive de la inversión directa en Bolsa por parte de las familias españolas tiene, según los expertos, varias explicaciones. Además del perfil conservador que se manifiesta en el gusto por el ladrillo frente a la inversión financiera, el auge del ahorro colectivo con los fondos de inversión ha llevado a optar por esta vía, delegando las decisiones en gestores teóricamente más cualificados.

Dentro de los fondos, no obstante, los de letras, pagarés o bonos son los que registran el mayor porcentaje, mientras que los de acciones –sobre todo del IBEX 35- tienen un escaso peso. También, los nuevos impuestos a la compraventa de acciones, como el de Transacciones Financieras, explican, según Bolsas y Mercados Españoles (BME), la falta de incentivos a los pequeños por adquirir acciones.

Otro elemento significativo que apuntan fuentes consultadas son la posición de desventaja con la que operan los minoristas, frente a decisiones empresariales que les perjudican, como las opas de exclusión a precios bajos. Además, situaciones límite como la quiebra del Banco Popular o, más recientemente, los vaivenes de Grifols, elevan la desconfianza de estos inversores hacia el mercado de acciones.

La mayor parte de los valores negociados –según el informe- pertenecieron al sector financiero, con lo que creció aún más su relevancia hasta el 49,1% del volumen total (frente a un 39,3% en el año anterior). Este crecimiento tan significativo supuso la disminución en el peso del resto de sectores, destacando la bajada del sector de la energía de un 21,4% en 2022 a un 16,6% en 2023 y la de las compañías industriales, de un 15,4% a un 12,6%. El sector de las comunicaciones fue una excepción a estos decrecimientos generalizados por parte de la mayor parte de sectores, ya que su participación pasó de un 5,4% a un 6,3%.

Perfil

En consonancia con lo que se produjo en los años anteriores, la proporción mayoritaria del volumen negociado con acciones del IBEX 35 siguió realizándose por hombres, aunque esta se redujo levemente (79,4% en 2023 frente a un 81,1% en el año anterior). El porcentaje negociado por mujeres descendió ligeramente del primer al segundo trimestre para después crecer en los siguientes dos trimestres. En el conjunto de 2022 su participación fue del 20,6%.

Respecto a la edad media del inversor, esta siguió, en el caso de los hombres, la tendencia creciente iniciada tras la disminución significativa que se había producido en 2020 a causa de la incorporación de un gran número de inversores jóvenes en la pandemia. De esta forma, la edad promedio fue de 51,9 (51,6 en 2022). En el caso de las mujeres, la edad media se mantuvo igual a la del 2022, en 54,8 años, explican en el informe del supervisor.

Propiedad

La participación de las familias españolas en la propiedad de acciones cotizadas de empresas españolas se redujo en un año en casi un punto porcentual, hasta el 16,2% al cierre del año 2022, volviendo prácticamente a los niveles mínimos históricos de 2019 previos a la pandemia, según un estudio de BME con datos a cierre de 2022.

La elevada presencia de inversores individuales o familias ha sido históricamente uno de los rasgos diferenciales de la Bolsa Española y se llegaron a alcanzar máximos del 33,6% en 1999, en plena eclosión de las privatizaciones. El aumento de la actividad y la posición minorista detectada sobre todo en los mercados norteamericanos y también, aunque en menor medida, en Europa a raíz de las fuertes caídas del mes de marzo de 2020 en plena crisis pandémica causada por el Covid-19, se ha desvanecido en 2022 en parte también por el descenso de las cotizaciones (caída del IBEX 35 del 5,6%).

Como ejemplo, la pérdida de accionistas de las seis principales entidades bancarias españolas cotizadas, que si ya fue de más de 200.000 titulares en 2021, alcanzó casi otros 110.000 accionistas menos en 2022. Un análisis con una perspectiva más larga permite identificar factores detrás de la reducción del peso de los pequeños accionistas en la propiedad de las empresas españolas cotizadas. El porcentaje mantiene en el medio plazo una acelerada convergencia con Europa, donde la participación directa de los inversores individuales en Bolsa ha sido tradicionalmente inferior a la de España.

“Las sucesivas reformas de los mercados financieros y de valores europeos, implantadas con el objetivo declarado de mejorar la protección de los inversores no han obtenido hasta la fecha los resultados esperados de incorporar más inversores a la propiedad de acciones cotizadas ni tampoco aumentar las empresas cotizadas”, explican en BME. Además, en las salidas a Bolsa que han tenido lugar en los últimos años, se ha prescindido mayoritariamente del tramo minorista que fue característico en los estrenos bursátiles que tuvieron lugar masivamente en la última década del siglo pasado.