En el reciente ciclo de subida del precio del dinero iniciado en 2022, Estados Unidos puso fin a los tipos cero en marzo de ese año, cuatro meses antes que el Banco Central Europeo (BCE). También el banco central estadounidense, la Fed, se adelantó dos meses (julio de 2023) en realizar la última alza del precio del dinero hasta el 5,25%, mientras en Europa fue en septiembre al 4,50%. El debate ahora en los mercados es si Europa puede o debe bajar los tipos de interés antes que Estados Unidos.

Mirando los datos macroeconómicos, la respuesta es un rotundo sí. Las economías europeas crecen muy poco y ofrecen un último dato de inflación media en la eurozona del 2,4%, muy cerca ya del objetivo del 2%. En Estados Unidos, el último dato de inflación correspondiente a marzo la sitúa en el 3,5% -lejos del objetivo- con un crecimiento del PIB en 2023 del 2,5%, seis veces más de lo esperado, con el horizonte de una posible recesión que nunca llegó.

Aunque los analistas esperan que el organismo presidido por Christine Lagarde empiece a bajar los tipos el próximo junio, sin duda hay elementos de incertidumbre que pueden llevar a replantearse esta situación. El principal que destacan los expertos es la fortaleza del dólar frente al euro. En esta semana que se conoció la inflación en Estados Unidos el euro ha pasado de valer 1,086 dólares a 1,0646, lo que supone una caída del 2% de su cotización.

Se espera que el BCE empiece a bajar los tipos en junio, pero aun hay elementos que pueden hacerle cambiar de opinión

Así, la sola perspectiva de que Estados Unidos tarde en bajar el precio del dinero ha provocado este descenso del euro, máxime cuando los tipos al otro lado del Atlántico son mucho más atractivos. Invertir en bonos alemanes a 10 años ofrece una rentabilidad del 2,37%, mientras que el estadounidense a igual plazo renta el 4,53%. Si a ese importante diferencias de 2,2 puntos sumamos el descenso del euro, cualquier inversor internacional preferirá comprar deuda en dólares y desinvertir en Europa, alimentando la depreciación del euro.

Además, un dólar más fuerte le supone a Europa importar inflación en aquellos productos que se negocian en el billete verde, principalmente el petróleo y el resto de materias primas. Así, la debilidad del euro provocaría un efecto inflacionista en la economía que ya se está viendo perjudicada por la subida del precio del crudo que cotiza por encima de los 90 dólares el barril. Lagarde debe tener en cuenta esta circunstancia para que la inflación no rebote y pierda esa ventaja competitiva de unos precios prácticamente controlados.

Lagarde huye de las fechas

Así, la presidenta del BCE en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo del pasado jueves en el que decidió mantener el precio del dinero en el 4,5%, no se pronunció sobre esa relación o dependencia con las decisiones de la Fed. El organismo europeo rechazó establecer una fecha concreta para el primer movimiento y no quiso valorar el repunte de inflación en Estados Unidos. “El Consejo de Gobierno quiere centrarse exclusivamente en la situación de la zona euro y no dejarse condicionar por otros países. Tampoco quiso valorar la posibilidad de que el cruce entre el euro y el dólar pudiera volver a la paridad y los riesgos que eso podría suponer en la recuperación”, explica Joaquín Robles, analista de XTB. Y añade: “Desde XTB pensamos que no se ha producido ningún cambio significativo en esta reunión y que la estrategia sigue siendo la misma. Los datos de inflación de abril y mayo, así como el crecimiento de los salarios serán determinantes para tomar la decisión final. El repunte de la inflación en EEUU y la posibilidad de que se vuelva a retrasar los primeros recortes no influirán en la decisión del BCE”.

Max Stainton, estratega macro de la gestora Fidelity International aporta su punto de vista: sobre la última reunión del BCE: “Creemos que el camino de los tipos del BCE seguirá dependiendo de la senda de tipos de la Reserva Federal. Puede que la presidenta Lagarde haya destacado una clara delimitación entre la evolución de los datos de EEUU y la de los tipos de interés, pero los datos de inflación de EEUU han seguido sorprendiendo al alza y parece cada vez más probable que esto limite a la Reserva Federal a un solo recorte o incluso a ninguno este año. Aunque seguimos creyendo que el BCE será el primer banco central que empiece a recortar los tipos este año, la senda a partir de ahí seguirá dictada por la actuación de la Fed”, explica.

Los expertos de Fidelity creen que "el camino de los tipos del BCE seguirá dependiendo de la senda de tipos de la Reserva Federal"

Por su parte, Andrew Lake, responsable de renta fija de Mirabaud Asset Management, considera que la diferente situación económica de Estados Unidos puede limitar el número de veces que el BCE baje los tipos este año: “seguimos pensando que es probable que el BCE acabe recortando los tipos antes que la Reserva Federal, aunque el número de recortes se verá limitado en cierta medida por el efecto divisa a través de un dólar fuerte. Se trata de una dinámica interesante porque un dólar más fuerte tiene un impacto inflacionista sobre otras divisas (especialmente las de los mercados emergentes) e inhibe la cantidad de recortes que pueden realizarse antes de que se convierta en inflacionista debido a la debilidad de las divisas”, indica.

Este desacoplamiento en la baja de tipos entre Estados Unidos y Europa es para Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America, un argumento que puede desestabilizar los mercados: “Hace unas semanas, sostuvimos que el acercamiento del BCE a junio para el primer recorte crea una asimetría de riesgos que podría desencadenar también una reacción exagerada (temporal) del mercado a la hora de fijar los precios. Ese riesgo es quizás aún más evidente hoy en día, aunque sigamos teniendo la firme convicción de que el BCE efectuará tres recortes trimestrales este año”. Y añade: “mantenemos nuestra previsión de un recorte por reunión en 2025 para alcanzar el 2% en julio. Pero la balanza de riesgos se ha inclinado hacia menos recortes a mediados de 2025 y más a partir de entonces”.

Por último, el director de análisis y mercados de Bankinter, Ramón Forcada, ve complicada la independencia del BCE a la hora de bajar tipos. “Lagarde dijo algunas cosas, siendo la más interesante una especie de autoafirmación al decir que es `data dependent, no Fed dependent´, insinuando que son capaces (esperemos que no se atrevan) a bajar tipos antes que la Fed. Y añade; “su distanciamiento de la Fed parece más un acto de vanidad que de realidad porque bajar tipos por su cuenta, antes que la Fed, depreciaría el euro ahora que el petróleo está algo caro, de manera que importaría inflación por una doble vía: energía y divisa. Pero, como el mercado dedujo que el BCE bajará tipos tan pronto como en su reunión del 6 de junio, antes que la Fed, probablemente por eso el jueves los mercados europeos retrocedieron”, concluye.