Ni siquiera el rugido del Ferrari debe salvarse de la silenciosa electrificación. Pero para que veamos el deportivo por excelencia circular por las calles sin emitir CO₂ ni ruido, aún debe pasar un tiempo. Seguramente, más del esperado. Aunque el primer Ferrari eléctrico mantiene su fecha de lanzamiento, el próximo 9 de octubre, este es un prototipo que no debe apenas llegar al mercado. Es el segundo el que debe liderar la transición y este, ante la falta de demanda, ha sido pospuesto de 2026 a 2028. 

"El juicio final es del cliente. No vendemos tecnología, sino emociones", dijo el año pasado el CEO de Ferrari, Benedetto Vigna, en un claro signo de que la electrificación no se acelerará si no lo piden los clientes. Mientras tanto, a seguir quemando combustible, por mucho que perjudique al medio ambiente y contribuya al calentamiento global. 

Eso sí, la transición al coche híbrido sí que ha funcionado mejor y, de hecho, ya venden un 51% de híbridos por un 49% de gasolina. De hecho, de los cinco coches nuevos que debe presentar la marca en 2025, tres serán híbridos enchufables: el SF90, que costará 500.000 euros, el hiperdeportivo F80, que costará a partir de 3,6 millones de euros y el superdeportivo Ferrari 296 Versión Especial, con precios no disponibles. 

No se puede decir que la transición esté siendo dura para la economía de Ferrari, que gracias a una política de exclusividad y elevados márgenes por unos precios al alcance de muy pocos consigue aumentar beneficios año tras año. Uno de cada 4 millones de facturación fue de beneficios el año pasado, cuando ganó 1.525 millones, un 21,4% más que el año anterior, con unos ingresos de 6.677 millones. Se trata de una marca que se permite subir los precios a un ritmo propio, independiente de la inflación, que no es un cálculo habitual en los hogares del lujo. Ahora bien, está por ver si se concreta y rentabiliza la inversión de 4.400 millones en electrificación hasta 2026 anunciada en 2022. Por ahora, la primera planta de producción de vehículo eléctrico ha costado 200 millones. 

Escudería de Fórmula 1 y parque temático aparte (facturan en otra empresa), la marca italiana es un símbolo que, tal y como publica The Economist en un reportaje reciente, no compite solo como potencia de la automoción, sino sobre todo como reina del lujo, al nivel de empresas de moda como Hermes. Esta ha sido la línea de Vigna, físico teórico que fue nombrado CEO en 2021 y prosigue la filosofía de Enzo Ferrari, que fundó la compañía en la pequeña ciudad de Maranello en 1947 con, entre otros principios, el de "vender un coche menos de lo que pide el mercado". 

Por si el coche eléctrico no funciona, Ferrari está construyendo también su primer barco, un yate de 30 metros llamado Hypersail que debe revolucionar el mundo de la vela. Diseñado por el arquitecto naval francés Guillaume Verdier, se trata de un prototipo que debe revolucionar la aeronáutica, ya que es totalmente autónoma energéticamente. Las velas consiguen transformar en energía el viento que reciben. Si la transición eléctrica castiga a sus coches, tal vez los barcos la mantengan a flote.