Tres meses después del incidente del apagón eléctrico generalizado en España, en abril del 2025, la pyme catalana ha cuantificado el impacto económico negativo que sufrió: más de 878 millones de euros. Esta cifra global equivale a un coste medio por empresa de 1.640 euros, según una encuesta elaborada por la patronal Pimec y difundida este miércoles. De la misma se desprende también que 7 de cada 10 empresas (72,7%) sufrieron afectaciones directas en su actividad económica y que un 22,5% lo hizo sufrir de manera parcial. El apagón también tuvo un impacto relevante en la movilidad y la organización de las empresas y, casi la mitad de estas (50,8%) vieron reducida la jornada laboral.

El impacto económico, que Pimec ya adelantó con cálculos preliminares al día siguiente del apagón, proviene de la pérdida de actividad, pérdidas de producto, afectaciones logísticas, interrupciones de servicio y daños materiales, y los costes indirectos. Con la encuesta se ha corroborado que las pérdidas por empresa oscilan, según la dimensión y la actividad, entre los 606 euros y los 25.818 euros. Los principales impactos económicos identificados son las pérdidas de facturación (59,2% de las empresas afectadas), reducción de la producción (57,8%), averías en maquinaria y equipamientos (13,3%), y despilfarro de mercancías y materias primas (11,1%).

Con respecto a las consecuencias laborales de los empleados, entre las pymes que vieron condicionada su actividad por problemas de desplazamiento o interrupciones logísticas, el 74,8% tuvo que finalizar anticipadamente la jornada laboral de sus trabajadores, el 42,2% no pudo hacer entregas a los clientes y el 37,4% no recibió los abastecimientos previstos. Además, el 29,2% tuvo que suspender reuniones programadas, lo cual afectó a la gestión interna y las relaciones comerciales.

Este es el balance que se deriva de una encuesta que ha hecho Pimec basada en 898 respuestas válidas de 904 empresas consultadas. La muestra abarca empresas de diferentes sectores de actividad, con un peso impostando de la industria y los servicios en la industria, que representan casi el 50% de los encuestados, series del comercio, la hostelería y restauración, y los servicios a las personas. Todas han constatado que han sufrido afectaciones directas en la productividad, la facturación y las infraestructuras de sus negocios, durante el apagón general de abril de 2025, al conjunto de España.

Se evidencia falta de prevención

Al mismo tiempo, sin embargo, se detectan consecuencias indirectas y que provienen, en parte, por una falta de prevención empresarial en algunos aspectos y que, a menudo, tienen que ver con la capacidad de respuesta y de inversión de las pequeñas y medianas empresas. Se trata de, por ejemplo, de la seguridad y control de los datos. Tanto es así que, el 91,1% de las empresas que perdieron datos no disponían de copias de seguridad actualizadas o accesibles. Eso afectó, en líneas generales, a trabajos en curso, trabajos de oficina no guardados, la información corporativa (ficheros, bases de datos), el registro de los pedidos (ventas en línea, pendientes, por ejemplo) u otros datos como de gobernanza (como los calendarios y las citas de trabajo).

Esta situación ha derivado en la pérdida de pedidos, y por lo tanto en una disminución de las ventas; dificultades para tramitar servicios con la correspondiente pérdida de oportunidades comerciales; o incidencias con el canal web y el comercio electrónico. También se han registrado episodios de insatisfacción expresada a través de redes sociales o canales de reclamación, con afectaciones puntuales a la reputación corporativa y la difusión de las quejas de los clientes.

En este contexto, la patronal Pimec hace un conjunto de recomendaciones para preparar las empresas delante posibles apagadas eléctricas. Aconseja instalar Sistemas de Alimentación Ininterrumpida (SAI) y generadores para garantizar el funcionamiento de los equipos críticos, así como desarrollar un Plan de Continuidad del Negocio (BCP) con protocolos claros y responsabilidades asignadas. También recomienda utilizar almacenaje en la nube, hacer copias de seguridad regulares y asegurar la funcionalidad de los sistemas de seguridad y emergencia. Otras medidas incluyen establecer canales alternativos de comunicación, formar al personal, hacer simulacros periódicos, priorizar la seguridad de las personas, apagar equipos sensibles, activar el plan de contingencia, mantener la coordinación interna y registrar todas las incidencias para mejorar la respuesta futura.