De repente, el clima de complicidad entre moderadores y ponientes de las mesas redondas de la reunión anual del Cercle d'Economia se esfumó de golpe. Sobre el palco, a un lado de la mesa, Teresa García-Milá, vicepresidenta del Cercle d'Economia, que dio la bienvenida al poniente con mordiente, leyendo la nota de opinión del Cercle que cuestionaba la reciente reforma de las pensiones llevada a cabo por su invitado por su "falta de sostenibilidad" o de "justicia intergeneracional". Al otro lado del ring, sin parar de dar pequeños giritos en la silla giratoria, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que sin borrar la sonrisa de su rostro, le dio al play para defender las pensiones y ya no se detuvo en casi una hora para intentar minimizar estas críticas. 

Para empezar, Escrivá, con sonrisa socarrona y argumentación acelerada, rescató el Pacto de Toledo, donde nació el acuerdo de las pensiones, "de las pocas políticas que generan un consenso muy amplio, que deben alejarse de la política partidista porque trascienden a los partidos y se alargan en el tiempo", defendió. "Pocas políticas públicas han pasado más filtros que las pensiones", respondió Escrivá a un Cercle que había cuestionado la "ausencia de un debate previo, profundo y consensuado" a la reforma de las pensiones. 

"En noviembre de 2020, en el Pacto de Toledo, diversos expertos presentaron sus puntos de vista y la soberanía popular, con sus expertos, lo aprobó sin casi votos en contra del Congreso de los Diputados", relató Escrivá. "Lo que hicimos nosotros fue desarrollar normativamente esas recomendaciones y concretarlas", agregó."Casi todo lo que se decide en el Pacto de Toledo lleva aparejado un acuerdo completo con los agentes sociales. Este ha sido un proceso de tres años. Sinceramente, todo el mundo ha tenido la capacidad de expresarse a través de agentes sociales o del Parlamento", añadió. 

¿A qué se refería, entonces, el Cercle con la "ausencia de un debate previo, profundo y consensuado" de la reforma de las pensiones? Escrivá no lo preguntó y la representante del Cercle tampoco creyó conveniente explicarlo. La primera réplica de Escrivá, le dio la primera victoria del pulso. "Pero además, por si fuera poco, hemos incorporado la reforma en los planes de resiliencia y hemos ido acordando con la Unión Europea las modificaciones. Ya verán ustedes como los equipos de expertos de la Comisión Europea dan el beneplácito de esta reforma", desarrolló. 

Presión del 3% sobre el PIB 

Quedaba entonces por responder la cuestión de la sostenibilidad, más complicada porque todo apunta a que, como defendía el Cercle también en su nota de opinión, supondrá una mayor presión fiscal y gasto público. Escrivá seguía con los pequeños giritos de silla, con la sonrisa, cómodo como pez en el agua para defender su obra. "Se ha estimado que la reforma, como la generación de los boomers de ahora, es más ancha que la posterior, existe un consenso de que la reforma de las pensiones supondrá un incremento del gasto público del 3% del producto interior bruto", explicó Escrivá, que acto seguido añadió que "esa presión sobre el sistema que llegará en los años 40-50 volverá en los años 70 a niveles sobre los actuales". "¿Por qué? Porque la generación posterior es de tamaño parecido a la de los que tienen ahora entre 35 y 50 años y se neutralizará, por lo que no afecta a los muy jóvenes", desarrolló. 

Escrivá criticó la reforma de las pensiones de 2013 y defendió que en todos los países europeos las pensiones se han revalorizado con el IPC, tal y como ha acordado el Gobierno español de Pedro Sánchez en la última reforma. "Que a los 65 años nos pongamos a perder poder adquisitivo no tiene sentido", defendió Escrivá, que recordó que la pensión máxima de España es "de las más bajas" de Europa. "Tenemos pensiones muy ajustadas", añadió. El ministro remató que el "coste laboral" de las empresas por las pensiones será, aun con la reforma, más bajo que la media europea y mucho más bajo que en países como Francia. 

"Algunos de los críticos con la reforma de las pensiones han utilizado elasticidades de un papel crítico de 1996, no hay por donde cogerlo", defendió Escrivá, que aún debía responder a la acusación de falta de "equidad intergeneracional" entre jóvenes y pensionistas, por el mayor crecimiento de poder adquisitivo de estos últimos. "Los que se jubilen en el futuro aún tendrán mejores condiciones que los actuales. Es una reforma más favorable para los más jóvenes", respondió, de nuevo sin que la vicepresidenta del Cercle detallara la fuente y origen de los planteamientos de la nota de opinión. 

Quedó algo de tiempo para comentar otras cuestiones como el ingreso mínimo vital, sobre el cual la vicepresidenta del Cercle preguntó si llegaba a todas las familias y por qué no se había vinculado a políticas de ocupación activas. Ya en tono más distendido, Escrivá defendió que es habitual que las prestaciones "no lleguen a todo el mundo" y que para abordarlo se han llevado a cabo políticas como enviar 100.000 SMS a familias que sospechaban que podían no estar accediendo al ingreso pese a necesitarlo. También, acudir a los barrios y permitir que un certificado de vulnerabilidad de una ONG pueda ser válido para acceder al ingreso. Sobre las políticas activas de empleo, recordó que son competencia de las comunidades autónomas, escurriendo un poco el bulto.

Por último, la vicepresidenta del Cercle preguntó por la inmigración que, defendió, "España necesita que sea de alta productividad", y que "tiene que ser buena para los que vienen y para los que están". El ministro defendió la dificultad de gestionar una migración que tiene "flujos irregulares" y defendió modelos como los centros de gestión migratoria en América Latina para dar un itinerario laboral a los migrantes, así como la reciente ley de "reasentamiento de refugiados con contrato laboral". Ante todo, Escrivá defendió que es necesario "una política europea integral de migraciones que ahora mismo no existe".