La deuda pública alcanzó en julio de este año (últimas cifras disponibles) los 1,558 billones de euros, cantidad que supera a la riqueza (PIB) generada por nuestro país el año pasado, que fue de 1,346 billones de euros. España se encuentra actualmente entre los países de la Unión Europea con mayores niveles de deuda, solo superada por Grecia, Italia y Portugal, y en un nivel similar al de Francia: en todos los casos la deuda supera al Producto Interior Bruto.

El encarecimiento de los tipos de interés tras las subidas del precio del dinero del Banco Central Europeo desde el cero por ciento hasta el 4,5% actual es motivo de preocupación, sobre todo, para los países más endeudados, caso de España. Así, según datos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) el costo promedio de las nuevas emisiones de deuda pública ha aumentado desde el -0,04% (tipos negativos) a finales de 2021 hasta el 3,33% en agosto de este año, un valor no visto desde 2011. Este aumento explica también fenómenos como la fiebre del pequeño ahorrador por las Letras del Tesoro, con un incremento notable de los valores en manos de hogares, pasando de una cuota del 0,1% en julio de 2022 al 35,2% en julio de 2023

Se trata solo de nuevas emisiones y, por tanto, no afecta a la deuda que aún sigue viva y que paga los intereses que se comprometió hace años. Ahora bien, el coste promedio de toda la cartera de deuda del Estado ha subido desde su mínimo histórico del 1.64% hasta el 2,02%. Además, el gasto en intereses de todas las Administraciones Públicas ha aumentado en 5.550 millones de euros en 2022, alcanzando un total de 31.595 millones. El gasto por intereses en 2022 consolidó y aceleró el cambio de tendencia que comenzó en 2021, después de siete años continuos de reducción, consecuencia de los tipos cero aplicados por el BCE desde 2016 hasta 2022 y de los tipos negativos que el propio mercado cotizó.

Y los intereses de la deuda van a seguir subiendo. La tasa promedio de emisión cerrará el año ligeramente por encima del 3%, aumentando hasta el 3,4% en los próximos años, según previsiones de la AIReF. Estas tasas de emisión elevarían el gasto en intereses al 2,9% del (PIB) en 2026. En este contexto, los rendimientos de los bonos en la eurozona han aumentado desde la primavera debido a la inflación y a una política monetaria más restrictiva.

Todo controlado

Existen dos indicadores en el mercado de deuda para valorar si esta subida de los tipos se convierte realmente en un problema para las arcas públicas. Se trata de la prima de riesgo y los seguros de crédito. La prima de riesgo con el bono alemán (ahora en los 108 puntos básicos -1,08 puntos- se ha mantenido estable en este poco más de un año de subida de los tipos de interés, moviéndose entre niveles de 89 y 100 puntos básicos. Igualmente, los seguros de crédito que cubren la posibilidad de impago de la deuda pública se han comportado de una forma muy estable.

Jakob Suwalski, director de calificaciones públicas y soberanas de Scope Ratings, explica por qué España no tiene, de momento, ningún problema con su deuda pública pese a la subida de los intereses que deben pagar a los inversores que adquieren sus títulos. “Entre los factores que contribuyen a que España mantenga costes de deuda manejables se incluyen una estructura de deuda favorable, con un vencimiento medio más prolongado (7,9 años en comparación con 6,2 en 2013)”, explica. Es decir, la vida es larga y, por tanto, la renovación de esa deuda no es apremiante, sino que irá asumiendo los nuevos tipos muy poco a poco… incluso ya con un contexto bajista de tipos de interés. Otra característica que apunta Suwalski es la proporción modesta de bonos vinculados a la inflación (5% del total), junto con una propiedad estable (el Banco de España poseía el 28% de los bonos del Estado en el segundo trimestre de 2022) y un colchón de depósitos sustancial equivalente a aproximadamente el 12% del PIB. Estos factores compensan los mayores costos de emisión y respaldan la sostenibilidad de la deuda pública”, explica.

Los bonos vinculados a la inflación –el precio del bono se revaloriza con el alza de la vida- han supuesto un gran parte del aumento en la carga financiera en torno a los 8.000 millones de euros. “Excluyendo esta revalorización debido a la inflación en 2021 y 2022, el gasto por intereses habría continuado disminuyendo en 2022, ya que aún se están amortizando bonos emitidos con rentabilidades relativamente altas, no muy lejos de las registradas durante ese año”, explican desde AIReF.

Previsiones de tipos

En el futuro cercano, los analistas de Scope Ratings prevén unos rendimientos de los bonos a corto plazo relativamente estables, debido principalmente a las expectativas de subidas moderadas de los tipos de interés a corto plazo.

Sin embargo, en lo que respecta a los rendimientos a más largo plazo, existe cierto potencial de presión al alza. Esto se debe al sentimiento general del mercado y a la previsión de tipos de interés más altos en un plazo más largo.

Factores como las expectativas de inflación, las políticas de los bancos centrales y los resultados económicos desempeñarán un papel crucial a la hora de determinar la trayectoria de los rendimientos de los bonos a largo plazo. “Aunque no podemos predecir con certeza, es prudente estar atentos a los posibles aumentos de los rendimientos a largo plazo a medida que nos acercamos al final del año”, explican.