Gobierno, sindicatos y empresarios negocian la reducción del horario laboral con el objetivo final de rebajar de 40 horas semanales a 37,5 la jornada legal. Sin embargo, los empresarios no quieren limitarse a hablar de jornada, sino del tiempo de trabajo en un contexto más amplio, lo que supone someter a debate otros factores como las horas extraordinarias, el absentismo, los descansos y permisos o la flexibilidad en la organización de los tiempos de trabajo. En definitiva, hablar no solo de cuántas horas se debe trabajar según convenio, sino cuántas horas se trabajan realmente, lo que se denomina la jornada efectiva.

En la estadística anual de la Encuesta de Población Activa (EPA), publicada este martes, el trabajo efectivo en 2023 fue de 35,2 horas a la semana, que en el caso de los asalariados del sector público baja a 34,8 horas. La estadística pone de manifiesto una reducción continuada desde antes del covid, sumando algo más de media hora, 36 minutos, en un lustro. La jornada efectiva se calcula descontando de la pactada las vacaciones, las bajas por enfermedad, los permisos como el de nacimiento -todas remuneradas-, pero también algunas sin remunerar, como las horas perdidas por huelga.

El peso de estas causas varía de forma considerable de un trimestre a otro. Así, en el tercero, con las vacaciones de verano, y en el cuarto, con los festivos y vacaciones de Navidad, las pérdidas de jornada por vacaciones y festivos suponen 8 de cada diez horas no trabajadas y las bajas por enfermedad el 15%. Sin embargo, en el primer trimestre, con las gripes y los catarros, las enfermedades se llevan más de la mitad de las horas que no se han trabajado.

No está sobre la mesa

Fuentes conocedoras de la negociación declaran a este diario que la CEOE no ha pedido en la mesa que se valore la jornada efectiva y también que el Gobierno no ha presentado un borrador que articule los debates sobre la reducción de la jornada laboral. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo, los sindicatos, y también la CEOE, sí usan como argumento en el debate la reducción del tiempo de trabajo que se ha venido produciendo en los convenios colectivos. De hecho, prácticamente el 80% de los trabajadores amparados por un convenio estarían muy cerca de la jornada pactada de 38,5 horas semanales, que debería entrar en vigor como tarde a finales de este año.

Pero el argumento de la jornada efectiva genera más polémica, entre otras cosas, por la disparidad de fuentes con resultados muy diferentes. En el caso de la EPA, Fernando Luján, vicesecretario general de política sindical de UGT, hace hincapié en la poca desagregación, sin diferenciar entre jornada completa y la parcial. La estadística del INE se limita a dar tres datos: las horas que habitualmente se trabaja a la semana (que no son las horas pactadas), que en último trimestre del año fueron 36,7; las horas efectivas (descontando las que no se han trabajado), que se redujeron a 34,3 horas y, finalmente, hace un cálculo de cuántas horas se han trabajado de media en una semana, incluyendo los asalariados que trabajaron durante la semana de la encuesta y los que no. Eso reduce las horas a 30,6 semanales.

La EPA, poco fiable

Jesús Cruz Villalón, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Sevilla, coincide en la poca fiabilidad de la EPA por la escasa desagregación que ofrece, sin diferenciar tipo de jornada ni de contrato (fijos, fijos-discontinuos, temporales). Por este motivo, el jurista considera que la EPA no es una fuente fiable para analizar la evolución de la jornada desde el covid. Y apunta otras fuentes, como el registro de convenios, la Encuesta Trimestral de Costes Laborales (también del INE) y la Seguridad Social. “De estas otras estadísticas se deduce que estamos por encima de la jornada precovid” e, incide en que la EPA “contabiliza las horas extraordinarias realizadas, que han caído desde que en 2019 se introdujo el registro obligatorio de jornada ordinaria”.

En el caso de los convenios colectivos, la jornada establecida entre empresarios y sindicatos prácticamente no ha variado entre 2019 y 2023; al contrario, ha subido 5,5 horas tras el covid, hasta 1.754 horas anuales. Por tanto, como señala Villalón, la reducción de la jornada efectiva que registra la EPA no se debería a una reducción de la jornada pactada.

Aumentan las horas perdidas

Mucho más desagregado es el dato de horas efectivas de la Encuesta Trimestral de Costes Laborales, con datos de la jornada pactada, la efectiva, las horas perdidas semanalmente -desagregado por causas- e, incluso, las horas extra. Y todo ello, para asalariados públicos y privados, diferenciando entre jornada parcial y completa. Con esta estadística, como señala el catedrático de Derecho laboral, las horas efectivas prácticamente no han variado desde 2019, ni para el tiempo completo, ni para el parcial. Sin embargo, sí que se aprecia un ligero aumento en las horas perdidas en estos cinco años. Esta encuesta del INE fija las horas efectivas en 2023 en 27,9 horas semanales y 7,5 las perdidas.

Con los datos de la Seguridad Social también se detecta un incremento de la jornada anual desde el covid del 0,6%, con 1.748 horas anuales. No obstante, esta fuente también concluye el aumento del número de horas no trabajadas en este lustro. Si en 2019 se dejaron de trabajar el 4,7% de las horas que cotizaron la media de los españoles, en 2023 se ha elevado al 6%.