La bolsa española ha dado una nueva muestra de su vitalidad actual. Contra el viento en contra que sopla desde Wall Street, el Ibex-35 ha conseguido un hito emblemático, cerrando por primera vez por encima de los 17.195 puntos. Este incremento del 0,13%, que puede parecer modesto, adquiere una relevancia mayor cuando se contextualiza: se produce a tan solo dos sesiones del final de un año excepcional y en un entorno global de cierta incertidumbre. El Ibex-35 no solo ha roto un nuevo récord, sino que ha puesto la guinda a una revalorización cercana al 50% en el conjunto del ejercicio. Esta cifra, que lo sitúa entre los mercados más rentables del mundo, contrasta con la debilidad que mostraban algunas plazas europeas y norteamericanas durante la jornada
Mientras París y Frankfurt registraban ganancias muy tímidas, Milán y Londres acababan en terreno negativo. La divisa común, con el euro ligeramente más débil a 1,1757 dólares, no fue un factor decisivo. La sombra venía, más bien, del oeste. Wall Street abría a la baja, heredando el escepticismo del pasado viernes, y los futuros estadounidenses anticipaban correcciones.
Pero, en un movimiento que habla de la fuerza interna del mercado español, esta negatividad no ha contagiado la sesión en Madrid. La clave de esta inmunidad relativa se encuentra en la evolución de los tipos de interés y en la dinámica de sectores clave. La rentabilidad de la deuda española a diez años ha cedido terreno, haciéndose más atractiva para los inversores y reduciendo la prima de riesgo con Alemania a niveles no vistos desde el año 2008.
Este entorno de crédito favorable ha actuado como un viento favorable para valores sensibles como las inmobiliarias y las empresas industriales. Compañías como Colonial y Acerinox han sido algunas de las principales impulsoras de la subida. Simultáneamente, la fuerte revalorización del petróleo Brent, que ha superado los 62 dólares con un incremento superior al 2%, ha dado soporte al sector energético y a valores vinculados a la transición ecológica. Estos factores han permitido que la mayoría de los grandes valores del Ibex-35, con Telefónica a la cabeza, hayan cerrado en verde. Solo el Santander, entre los pesos pesados, se ha resistido a la tendencia alcista.
No todo han sido ganancias. El sector financiero de menor capitalización ha mostrado signos de cansancio, con Unicaja como valor que más ha retrocedido en el selectivo. La compañía aérea IAG también ha caído, posiblemente reflejando sensibilidad ante las tensiones geopolíticas. Fuera del Ibex-35, en el mercado continuo, se han visto movimientos más acentuados, con altibajos significativos como los de Amper y Ezentis. El escenario global presentaba diferentes contrastes.
Las bolsas asiáticas han ofrecido un mosaico de tendencias, con Seúl destacando gracias a su sector tecnológico y Tokio cayendo por las expectativas de subida de tipos. Los metales preciosos han vivido una jornada de volatilidad extrema: el oro y, especialmente, la plata, tras tocar máximos recientes, ha sufrido correcciones bruscas que han recordado la naturaleza especulativa de estos activos en el actual contexto.
La imagen que deja la sesión es la de un mercado español que, en los últimos días del año, demuestra una fortaleza relativa notoria. Se mueve con impulso propio, sosteniendo los niveles históricos conseguidos y desmarcándose de las debilidades puntuales de otras plazas. Este comportamiento se alimenta de un entorno de crédito favorable y de la robustez de los sectores vinculados a la energía y la industria.
Sin embargo, la súbita volatilidad en las materias primas y las correcciones en sectores financieros más especulativos sirven como recordatorio de los riesgos que persisten. El Ibex-35 llega al final de 2025 en una posición envidiable, pero lo hace en un mundo económico lleno de interrogantes para 2026, donde la resistencia demostrada hoy será puesta a prueba de nuevo.