La bolsa española ha protagonizado una apertura marcadamente negativa este viernes, sumiéndose en una tendencia de venta global que ha sacudido las plazas internacionales. El principal indicador, el Ibex-35 se precipitó con una fuerte caída inicial del 1,28%, abandonando el crítico nivel de los 15.800 puntos y situándose en los 15.784,2 puntos. Este descenso no solo borra las subidas de la semana, sino que pone de relieve la fragilidad del actual escenario bursátil, donde la euforia tecnológica empieza a dar paso a un sentimiento de precaución.
El motor de esta corrección es un sentimiento de miedo latente que recorre los mercados: el temor a que el sector de la inteligencia artificial haya generado una burbuja de activos sobrevalorados. Esta angustia persiste con fuerza, demostrando una resistencia inesperada, y ha logrado ofuscar incluso los espléndidos resultados trimestrales presentados por Nvidia, la compañía considerada el termómetro global de la IA. La incapacidad de los números de Nvidia para detener la venta sugiere que muchos inversores están aprovechando los momentos de alta valoración para realizar beneficios, anticipándose a un posible cambio de ciclo.
La sesión en la Bolsa de Madrid no puede entenderse de manera aislada, sino como la pieza de un rompecabezas de venta global. El mercado español actúa como un eco amplificado de los retrocesos registrados en Wall Street, donde los principales índices, especialmente el tecnológico Nasdaq, se vieron presionados por esta misma corriente de prudencia. Esta onda bajista encontró después su reflejo en las bolsas asiáticas durante la madrugada, donde las pérdidas también fueron generalizadas, creando un efecto dominó que ha llegado de lleno a las capitales europeas.
Desde una perspectiva técnica, la pérdida del nivel de los 15.800 puntos constituye una señal de alerta para los analistas. Esta línea psicológica había actuado como soporte en sesiones anteriores, y su ruptura con cierta facilidad podría abrir la puerta a nuevas caídas hacia la siguiente zona de soporte, situada alrededor de los 15.700 puntos. Como consecuencia inmediata de este mal comportamiento, las plusvalías acumuladas por el Ibex-35 en el conjunto del año se ven severamente recortadas. El beneficio interanual se reduce hasta un 35,93%, una cifra que, a pesar de seguir siendo robusta, refleja cómo las correcciones puntuales pueden erosionar rápidamente el trabajo de meses.
La mayoría de los valores del selectivo se negocian en territorio negativo. Como es habitual en entornos de aversión al riesgo, las compañías más cíclicas y vinculadas al crecimiento económico, como las del sector financiero y las grúas industriales, están entre las más afectadas. Sin embargo, la especial atención recae en cualquier valor o sector que haya estado vinculado, aunque sea indirectamente, a la narrativa de la inteligencia artificial, ya que son los que sufren más presión vendedora en este contexto de dudas sobre la sostenibilidad de sus valoraciones. En definitiva, la sesión de hoy es un recordatorio de la volatilidad inherente a los mercados y de cómo los sentimientos de los inversores pueden cambiar rápidamente, incluso ante noticias empresariales positivas. La cuestión que plantea ahora a los mercados es si esta es una simple corrección sana después de una larga subida o el principio de un ajuste más profundo para un sector, el de la IA, que ha captado expectativas desmesuradas. Los próximos días serán clave para evaluar la solidez real de esta tendencia bajista.