La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) ha trazado sus proyecciones económicas hasta 2030, y el panorama que dibuja concede a Catalunya una ligera ventaja de crecimiento respecto a la media española durante los próximos años. No obstante, esta ruta de crecimiento se verá lastrada por una desaceleración gradual, impulsada por el fin de los fondos europeos y un entorno internacional menos favorable, y enmascara un escenario de "elevada incertidumbre institucional" y riesgos presupuestarios no resueltos. Las cifras de la Airef revelan un comportamiento económico diferenciado a corto plazo. Para el año en curso, el organismo pronostica un aumento del PIB catalán del 1%, superando en una décima el 2,9% proyectado para el conjunto de España.
Esta tendencia se repetirá en 2026, con un crecimiento del 2,2% en Catalunya, nuevamente una décima por encima del 2,1% español. Este impulso inicial se atribuye a un cúmulo de factores: el comportamiento resiliente del consumo interno, el efecto arrastre de las revisiones estadísticas del INE, el incremento de la población inmigrante y un sector turístico que sigue mostrando una salud envidiable.
A partir de 2027, sin embargo, las trayectorias de Catalunya y España se funden en una sola, con previsiones de crecimiento idénticas para cada año: 1,7% (2027), 1,6% (2028) y 1,5% (2029). No será hasta 2030 cuando se vuelva a abrir una mínima brecha, con Catalunya creciendo un 1,6% frente al 1,5% de la media estatal.
El final del impulso postpandemia
Más allá de las diferencias decimales, el informe de la Airef constata un hecho ineludible: la desaceleración de la actividad económica es inevitable. El organismo señala dos causas principales para este frenazo gradual. En primer lugar, la desaparición del impulso del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), que hasta ahora ha actuado como motor clave de la inversión.
En segundo lugar, apunta a una moderación de los flujos migratorios, que hasta ahora han contribuido a sostener el crecimiento de la población y, por extensión, del consumo y la demanda interna. A estos factores hay que añadir un tercero, de alcance global: el menor dinamismo del comercio mundial. Las proyecciones de la mayoría de instituciones internacionales avalan un entorno comercial menos favorable, el cual afectará a las economías abiertas y exportadoras como la catalana y la española.
Si la previsión económica está clara, el marco en el que debe desarrollarse se encuentra lleno de nubes. La Airef lanza una severa advertencia sobre la "elevada incertidumbre institucional" que se vive en estos momentos. La causa reside en que aún no se han presentado ni los presupuestos generales del Estado, superando las fechas límite establecidas por ley. Tampoco se han conocido los objetivos de estabilidad presupuestaria y deuda pública, dejando a las administraciones autonómicas y locales en un limbo legal y dificultando la planificación económica a medio plazo.
Esta falta de claridad se une a un problema estructural: el riesgo de incumplimiento de la regla de gasto. La Airef identifica este peligro tanto para la administración estatal como para la mayoría de las comunidades autónomas durante 2025 y 2026. Para asegurar el cumplimiento, serían necesarios ajustes adicionales por valor de 12.000 millones de euros este año y 2.600 millones el próximo.
Las previsiones del organismo apuntan a que este incumplimiento se producirá, con un gasto que crecerá un 4,1% de media anual entre 2025 y 2027. En el caso de las corporaciones locales, el diagnóstico es algo más optimista, ya que se espera que incumplan la regla por un margen estrecho los dos primeros años, para volver al cumplimiento en 2027.
La Airef señala que 2026 podría verse aliviado por el menor gasto asociado a la catástrofe de la DANA, pero esto no sería suficiente para cerrar el desajuste presupuestario proyectado. En definitiva, la economía catalana y española se enfrentan a unos años de transición: de un crecimiento robusto alimentado por los fondos europeos a una fase de madurez con tasas más modestas, todo ello en un contexto de cierta falta gobernanza fiscal que podría poner en peligro la estabilidad económica alcanzada.